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Alberto Míguez

Irak y The Washington Post

El Diario The Washington Post es uno de los rotativos más prestigiosos y admirados por toda la progresía planetaria, que lo utiliza tanto para un roto como para un descosido. Cualquier ilustre estupidez, con tal que sea avalada o publicada por el Post, se considera dogma de fe en una prueba suplementaria de provincianismo. Este diario ha publicado una curiosa información donde se asegura que la CIA había sido incapaz de establecer, tras haberlo buscado con denuedo, cualquier vínculo entre el régimen de Saddam Hussein y el terrorismo, especialmente el de Al Qaeda.

Que la Agencia Central de Inteligencia era un desastre sin paliativos lo demostró suficientemente hace un año con el hiperterrorismo contra las Torres Gemelas y el Pentágono. Lo que parece increíble es que ni el director de la organización, ni los cuadros superiores, ni siquiera los agentes operativos encargados del terrorismo islámico hayan sido despedidos. Ahí siguen, en la central de Langley, mientras cada día se acumulan los reproches y se descubren nuevos errores de estos “combatientes de la sombra”.

En relación con la sensatez del The Washington Post y su irreprochable información sobre Irak, baste recordar que hace tres semanas apareció muerto en su confortable apartamento de Bagdad nada menos que Abu Nidal, el más sangriento y desalmado terrorista de la nebulosa palestina, amigo y colaborador del régimen iraquí, responsable de crímenes singulares y genocidios de inocentes. ¿Qué hacía Abu Nidal en Bagdad tan ricamente instalado? ¿Haría tal vez turismo o estaba de vacaciones?

Tal vez el Post pueda responder a estas ingenuas preguntas.

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