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Germán Yanke

Ibarretxe se va de viaje

Después de Oxford, Chile. Lo de explicar su plan antidemocrático en St. Anthony tiene su gracia, porque la disculpa es el acuerdo suscrito entre este college y la Sociedad de Estudios Vascos, una entidad que, en los últimos años, ha recibido más financiación de los Presupuestos del Estado que de las arcas del Gobierno vasco. Y después, Chile, con visita al presidente Lagos incluida.

La versión exterior del proyecto del PNV queda bien explicada en la entrevista que Ibarretxe concedió al diario chileno El Mercurio y que fue publicada el pasado día 23: 1) No es un plan secesionista sino de compartir la soberanía con España; 2) El referéndum, que se da por hecho, es una apelación al Pueblo; 3) El Pueblo va a decidir y su decisión será inapelable: España tendrá que negociar gobierne quien gobierne, la UE tendrá que buscar un nuevo modo de relacionarse con las "naciones sin Estado"; 4) A ETA no le queda más remedio que darse cuenta de lo que el plan significa y, en consecuencia, abandonar la violencia para que la consulta pueda hacerse "con libertad".

¿Se dará cuenta Ricardo Lagos de la mentira antidemocrática que hay en el planteamiento de su invitado? ¿Habrán reparado en ello los sesudos profesores de Oxford? Porque el proyecto de Ibarretxe es secesionista aunque se pretenda que la secesión sea gradual, razón por la que el PNV es, fundamentalmente, un partido para gobernar, no para defender una política concreta homologable ideológicamente en el mundo occidental. Hace algunos años acompañé como periodista a su antecesor en un viaje por diversos lugares de América. Allí, Ardanza aseguraba en los centros vascos que se podía muy bien ser vasco y argentino, vasco y uruguayo, vasco y chileno. Lo único que no se puede ser, según el nacionalismo, es vasco y español; y si hay que compartir algo, siquiera sea temporalmente, no puede ser aceptado si no es de forma distinta y por encima de los españoles (que no son "los demás españoles", sino "los españoles").

La apelación al Pueblo, siempre visto como una entidad primigenia, que existe en la medida que comience a atender las proclamas nacionalistas, es típica de los integrismos dictatoriales. La legalidad vigente vale una higa, los derechos individuales son prescindibles en aras de la Nación. El integrismo, desde De Maestre a Donoso, defendió siempre que no se debía la sociedad a las leyes, sino éstas al Pueblo que ellos interpretaban. Y si la ley no servía, la dictadura serviría a sus pretensiones. Ese dictado se convierte así en lo que todos, instituciones del Estado y de la Unión, ciudadanos indefensos y empresarios egoístas deben aceptar si no quieren tener permanentemente enfrente el dogma del Pueblo.

Además, por mucha retórica diplomática que el lehendakari quiera echarle al asunto, no puede ocultar su abracadabrante concepto de ETA. Esta banda terrorista no tiene, a sus ojos, una ideología totalitaria e inaceptable porque se trata de que defienda sus ideas sin asesinar a nadie. Y si su plan sirve para que la violencia termine es porque "se quedarán sin el discurso de que debe ser la sociedad vasca quien decida su futuro". ¿No es ese el discurso del PNV? La coincidencia "en los fines" permanece vigente.

Da vergüenza ver a un dirigente político español diciendo estas cosas por el mundo. ¿Saben en Oxford que no hay hoy ningún proyecto democrático del nacionalismo vasco? ¿Lo sabe Lagos y la opinión pública chilena? ¿Se lo está explicando alguien estos días? Porque si, ante estos viajes lamentables, nos quedamos en casa...

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