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Lo ha dicho Joan Gaspart, "ahora lo que hay que hacer es aguantar, aguantar y aguantar". No entendí bien la testarudez de un hombre que se encuentra sólo y sin un proyecto deportivo coherente que poder ofrecerle a su club de toda la vida, hasta que comprobé que los nuevos estatutos del club impiden presentarse a las elecciones a un presidente que haya dimitido antes de cumplir íntegro su mandato. ¡Ingenuo de mí!... ¡Infeliz!... ¿Entonces era eso? ¿Se trataba exclusivamente de una cuestión personal, de "aguantar, aguantar y aguantar" hasta que arda Troya, hasta que se arme la gorda?

A Gaspart podía salvarle la posibilidad (remota) de que realmente pensara que podía ser un buen presidente para el Barcelona, pero ya ni por esas. El lo que pretende es "aguantar, aguantar y aguantar". Sabe perfectamente que no es bueno para la institución, pero es que, en caso de marcharse, ya ni siquiera le quedaría el hipotético balón de oxígeno de poder presentarse a unas elecciones y ganarlas. Por eso canta el "¡no pasarán!", y por eso corre el escalafón y a Joan Castells le sustituye Sixte Cambra, y a Cambra le sustituirá otro, y al siguiente le sucederá Rita la cantaora, y a ésta el padre de Domingo Ortega. No estamos hablando del Barcelona. Ni siquiera de fútbol. Se trata de una cuestión personal, tan sencillo como eso. Gaspart morirá matando.

Esto no puede acabar bien. Los estatutos tendrían que contemplar también la posibilidad de retirar a un presidente que se encontrara en una situación similar. Un club con el presupuesto y la historia del Barcelona no puede ser tan presidencialista. Y sin embargo así es. En esta última semana se han dado cuenta de ello Gabriel Masfurroll, el del fotomontaje de la cabeza de cochinillo, y Joan Castells. El primero adujo que había tenido que respaldar decisiones que no compartía, (¿por qué? ¿es que dependía de un sueldo? ¿tenía acaso problemas para llegar a final de mes, y por eso se veía abocado a respaldar a un hombre con quien no estaba de acuerdo?) mientras que el segundo le exigió elecciones en mayo. Ni a uno ni a otro hizo caso, y se limitó a correr el escalafón. Así de simple. Así de doloroso.

No creo que Gaspart pueda soportar la idea de pasar a la historia del Fútbol Club Barcelona como el "ultra gili" que se sentaba a la diestra de José Luis Núñez. Por eso tiene que "aguantar, aguantar y aguantar". No hay mal que cien años dure, pero las próximas elecciones son dentro de dieciocho meses. Y este hombre está dispuesto a hacer daño y a que se lo hagan a él. Todo muy masoquista. Todo muy personal. Por fin lo comprendí.

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