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Reconozco que soy uno de tantos aficionados a los “así se hizo” de las películas en las que los efectos especiales forman una parte esencial. Me encantó aprender la manera en que los ingenieros se las arreglaron para crear al androide líquido de Terminator 2 o el método en que los creadores de Matrix lograron parar el tiempo mientras los actores realizaban acrobáticos movimientos.

No obstante, reconozco que en el caso de “El Señor de los Anillos” casi me interesaba más la creación de los decorados que darían vida a los escenarios que tantas veces se habían imaginado y dibujado. Pero aún así, observé que, como suele suceder en las películas que innovan en este campo, los efectos especiales se pueden agrupar en dos grandes categorías.

El primer tipo son los efectos que se diseñan para ser empleados sólo en esa película. O casi. No porque sean malos sino porque su objetivo no parece trasplantable a otros filmes. Durante la promoción de la primera parte, se destacó mucho uno de esos trucos: la manera en que podían convivir en el mismo plano distintas razas que, representadas por seres humanos, eran sin embargo muy distintas en altura. En muchos casos, esto se ha conseguido por métodos tradicionales, empleando perspectivas de cámara. En otros, se ha reducido a los actores digitalmente, obteniendo resultados dispares, pues en ocasiones se notaba algo extraño y falso en la imagen.

Por otro lado, hay efectos cuya utilidad resulta evidente y de aplicación más general. En la segunda parte destaca el realismo con que está realizada la batalla final. Hasta ahora, el método de lograr grandes multitudes se obtenía a base de “copiar y pegar” extras. En la batalla del abismo de Helm, en cambio, podemos ver como miles de combatientes se enfrentan, realizando cada uno distintas tareas de formas diversas. Esto no sería posible con el método tradicional, que resta individualidad a los extras, y por su número tampoco se podía controlar individualmente a cada uno de ellos. Lo que finalmente se ha hecho ha sido crear un software llamado Massive, que emplea técnicas de inteligencia artificial hasta cierto punto heredadas de los videojuegos. Cada guerrero tiene unos valores de coraje o destreza distintos y puede realizar una serie de movimientos. Se les coloca a todos ellos en el plató virtual y se deja que la máquina piense cómo se comportarán.

Este sistema también tiene sus riesgos, pues al fin y al cabo no se sabe cual será el resultado exacto. En las primeras pruebas realizadas, buena parte de los guerreros humanos huían ante la avalancha de orcos que se les venía encima, mostrando quizá una sensatez que no estaba incluida en el guión. A pesar de ello, es un cambio importante, posiblemente la aportación más importante de la película a las técnicas de efectos generados por ordenador.

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