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Era Marcelo Lippi quien decía que un equipo de fútbol se asemejaba a un gran acuario de peces de colores; dependiendo del color, cada pez ocupaba su propio espacio hasta completar un gran mosaico, uniforme pero heterogéneo al mismo tiempo. Este paradigma un tanto poético del técnico italiano no era más que la explicación de lo que supone la táctica pura y dura, el ejercicio de ahormar un equipo que debe llevar a cabo cualquier entrenador. Y si, siguiendo el modelo de Lippi, un buen equipo de fútbol parecerá un acuario de peces de colores, un mal equipo de fútbol podría ser perfectamente una leonera, un cajón de sastre en el que todo anduviera manga por hombro, revuelto y sin sentido. No sé si Lippi lograría que la Juventus de Turín fuera finalmente aquel acuario ideal, lo que sí sé es que el Barcelona de Van Gaal parece -tácticamente hablando- una auténtica leonera.

Kiko Narváez dijo el sábado en "Tiempo de Juego" de la Cadena Cope que el Barcelona tiene poca calidad, y la poca que tiene está en el banquillo. Como no pienso que Van Gaal esté buscando adrede su cese para largarse con viento fresco (y con la pasta del finiquito) a su casa de Sitges, tendremos que convenir que cuando sienta reiteradamente a Saviola y Riquelme en el banquillo es porque está buscando su "acuario" particular. Pero es un hecho que no lo encuentra. Y cuando un equipo de fútbol está roto por el eje (0-3 contra el Sevilla, y 2-4 contra el Valencia) no es el mejor momento de buscar un ideal, sino de encontrar soluciones rápidas. Si el Barcelona pierde una y otra vez sin Saviola y Riquelme, ¿por qué no probar con ellos? No digo que Van Gaal carezca de conocimientos futbolísticos (menores que los de Cruyff, mayores que los míos) sino que demuestra ser un hombre poco inteligente y razonable, y con un poder de maniobra muy estrecho.

¿Gabri de central? De acuerdo. ¿Mendieta por la derecha? Vale. Pero ¿por qué no Riquelme y Saviola desde el inicio? ¿No son compatibles con quién? Cualquier entrenador sensato los utilizaría, cediendo, si ello fuera necesario, en sus propios planteamientos. Los de Van Gaal son puramente personalistas, colocándose él por encima del club, por eso echó a Rivaldo y despreció a Ronaldo, y por eso mismo pretende ahora humillar a Riquelme sacándole al campo a la media hora de partido cuando su equipo ya pierde por 0-2. He llegado a pensar que a Van Gaal le vaya el caos, y que en el desorden se mueva como pez en el agua. Un pez gris y sin colores. Un pez triste. Un pez aburrido.

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