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Germán Yanke

La experiencia del socialismo

Parece que los madrileños, los ciudadanos de la Comunidad de Madrid, van a tener la experiencia del socialismo, si nos atenemos a las noticias que poco a poco van llegando. El futuro presidente del Gobierno regional quiere paralizar la liberación de horarios comerciales, los conciertos con la enseñanza privada, manifiesta su deseo de cambiar al actual presidente de Caja Madrid por otro “más progresista”… Además, necesitado de acuerdos con Izquierda Unida, deberá ceder poder a una formación política con un programa aún más intervencionista y antimoderno que el suyo. Los madrileños tendrán, si se cumplen las promesas y los atisbos, la experiencia del socialismo, entendiendo este término en el sentido más clásico que es el que se abandona en otros lugares en los que, presionados por la realidad, los partidos socialistas tratan de reinventar la izquierda. La que todos los indicios apuntan para Madrid es la que no precisa reinvención, la antigua, y contará, lo que no es baladí, con la imponente maquinaria de un periodo en el que la derecha, el PP, ha sido de por si bastante intervencionista, apegada al paternalismo del subsidio y la burocracia del “Estado de Obras” teorizado por Fernández de la Mora.

Dicen que Simancas no era el candidato del aparato, pero que se tuvo que plegar a la Federación Socialista Madrileña en la que, al parecer, el sector más a la derecha estaría a la izquierda de la socialdemocracia alemana. Dicen ahora algunos que el éxito (hay que hablar del éxito de Simancas, de la posibilidad de ser presidente, y no del triunfo electoral, que fue de Esperanza Aguirre) socialista se complementa con una Izquierda Unida en baja en Madrid, con lo que a sus pretensiones debe ponerse sordina. Dicen muchos en el PSOE que habría sido mejor al revés, es decir, que Simancas se quedara para ocasiones posteriores y Trinidad Jiménez en la alcaldía.

Comprendo todo lo que dicen porque me da la impresión de que también en el PSOE, o en sectores importantes del mismo, hay también un indisimulado temor a esta experiencia del socialismo, de este socialismo. Poco tiene que ver, desde luego, con el ambivalente programa de Jordi Sevilla, o con las advertencias del propio José Luis Rodríguez Zapatero en el “Encuentro de Salamanca”, organizado precisamente por los amigos de Simancas, para analizar, desde la izquierda, las alternativas para el siglo XXI. Allí, el secretario general del PSOE acusaba de “ideología” a la derecha y le reprochaba una suerte de inexplicado “fundamentalismo de mercado”. Y, para quitar hierro ideológico a las propuestas de la izquierda sin eliminar algunas viejas identidades, oponía como programa “Estado, mercado (“la mejor forma de asignación de recursos”) y sociedad (“el enlace entre los objetivos, anhelos y los valores y los instrumentos que residen en el mercado”). No era muy profunda la teorización, como se ve, y, a falta, de una izquierda reinventada, tocará experimentar la vieja. Comprendo el susto.

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