Estella es una ciudad cargada de simbolismo político. Durante la carlistada fue corte de reyes llenos de calor popular. Más tarde fue utilizada por el nacionalismo vasco para lanzar el primer Estatuto de Euzkadi en los albores de la II República, aunque el proyecto naufragara en lo que a Navarra se refiere. Y en época reciente, fue elegida para lanzar a los cuatro vientos un pacto para dinamitar la Constitución española y avanzar hacia la independencia del País Vasco o Euskal Herria. Navarra es el oscuro deseo del nacionalismo.
Pues bien, desde los años de la transición a la democracia, Navarra supo resistir el acoso nacionalista, refrendó -por mayoría absoluta- la Constitución de 1978, pactó con el Estado desde el respeto a sus derechos históricos el Amejoramiento del Fuero de 1982 y desde entonces ha disfrutado de una estabilidad institucional que, entre otras cosas, le ha permitido situarse a la cabeza de España en la mayor parte de los indicadores del bienestar.
Todo eso se hizo entre UPN, partido de centro derecha, y el PSOE, partido de centro izquierda, al menos en Navarra, en virtud de una colaboración fructífera derivada del hecho de compartir el mismo proyecto de convivencia tanto en lo relativo a la navarridad como a la vocación española del viejo Reino.
Sin embargo, el PSN, gravemente tocado desde el descubrimiento de la corrupción que afectó a sus principales dirigentes, hace dos años decidió que no podía esperar mucho más tiempo sin estar en el poder, rompió el pacto presupuestario alcanzado en 1999 con UPN y convocó a los ciudadanos a manifestarse en las urnas para la configuración de un "gobierno de progreso" -¿les suena?-, con el concurso tanto de Izquierda Unida como con los nacionalistas "buenos", es decir, con todos aquellos que rechazaran la violencia.
El resultado de las elecciones forales fue para el PSN especialmente demoledor. En 1999, obtuvo 11 escaños. En el 2003, los mismos. Ni uno más. El descalabro había sido vaticinado por destacados dirigentes históricos del socialismo que expresaron públicamente su apoyo a UPN ante la posibilidad de un gobierno que para alcanzar mayoría absoluta tendría que contar, además de IU, con el PNV, EA y Aralar.
En un reciente Consejo Regional hubo voces críticas con la actual dirección del Partido y su Secretario General, Juan José Lizarbe, se vio obligado a manifestar que no trataría de revalidar su título en el próximo Congreso socialista. Por eso, el PSN necesitaba con urgencia mejorar la cuenta de resultados. La ocasión podía venir de las alcaldías en litigio. Si Estella, Tafalla, Tudela, Barañaín y Sangüesa, localidades de singular importancia, acababan en el ceso socialista podía paliarse la derrota electoral.
Para eso era imprescindible negociar con los partidos nacionalistas, incluidas ciertas candidaturas de la izquierda abertzale. Y se hizo. Las negociaciones se llevaron a cabo sin luz ni taquígrafos. En algunos casos, IU servía de correa de transmisión entre el PSOE y los grupos nacionalistas. El objetivo no era otro que la expulsión de UPN de las alcaldías, pese a ser la lista más votada y pese además a que los constitucionalistas en conjunto sumaban mayoría absoluta.
En Ferraz se alarmaron ante el dislate y trataron de evitarlo, con buen criterio. Recibir alcaldías, con pactos bajo la mesa, de manos nacionalistas vulneraba el pacto por las libertades y contra el terrorismo del año 2000, en cuyo impulso inicial tanto empeño puso el Secretario General del PSOE, Rodríguez Zapatero. No podía aceptarse de ningún modo que para desplazar del poder a UPN, partido adherido al pacto de Madrid, se recibiera el voto de los separatistas. Así que en la tarde de ayer se recibió la orden de que los concejales socialistas de las cinco localidades en cuestión votaran en blanco y permitieran el acceso de UPN a las alcaldías. Los socialistas deben ser buenos fueristas, así que decidieron aplicar el derecho a resistir las disposiciones que consideraban injustas: "Se obedece, pero no se cumple".
El resultado no ha podido ser más penoso. Eso sí, según ellos han cumplido el compromiso con el pueblo que les pedía votarse a sí mismos. No tienen la culpa, pobrecitos, de ser tan estupendos/as sus candidatos/as que hasta los separatistas les votan gratis et amore. Sería cómico si no fuera trágico. Pronto veremos las consecuencias del precio a pagar.
Después de todo sólo cabe hacer una pregunta. ¿De verdad el Partido Socialista Obrero Español existe o se ha convertido en un conglomerado donde cada cual marcha en la dirección que estima más oportuna para sus intereses? ¿Exigirá Ferraz a los alcaldes y alcaldesas rebeldes que renuncien a la alcaldía para recomponer la dignidad y el decoro exigidos por el pacto por las libertades y contra el terrorismo?
Estella no es Madrid, es verdad. ¿Pero existe Zapatero?
Jaime Ignacio del Burgo es Diputado de UPN

¿Pero existe Zapatero?
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