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Alberto Míguez

Bush no quiere ir solo

El presidente de Estados Unidos dijo el lunes que el Departamento de Estado negocia con varios países africanos (Nigeria y Senegal, entre otros) el envío de una fuerza de paz que evite una nueva masacre en Monrovia, la martirizada capital de un país prácticamente desaparecido, Liberia, donde se desarrollan desde hace dos días sangrientos combates entre las fuerzas leales al presidente Charles Taylor, y las guerrillas de la LURD (Liberianos Unidos por la Reconciliación y la Democracia, nada menos).

El presidenteTaylor, un genocida y ladrón internacionalmente conocido, ha dicho que está dispuesto a vender cara su vida y que sus hombres lucharán “casa por casa” contra las guerrillas que pretenden desalojarlos de la capital. Y que sólo permitirá la llegada de una fuerza de paz o de interposición (la cosa no está clara) si la fuerza internacional o interafricana, se instala en Monrovia. Pero la creación de esta fuerza no es fácil. El número de países dispuestos a participar es limitado. Y Naciones Unidas difícilmente enviará a sus cascos azules. Entre otras razones porque no tiene medios para ello.

Los Estados Unidos –que expidieron ya hasta Monrovia casi un centenar de marines especializados en logística y lucha antiterrorista desde la base española de Rota– no quieren caer en esta ocasión en la trampa africana como les sucedió en Somalia y estuvo a punto de ocurrirles en Ruanda. El envío del cuerpo de marines tiene una justificación clarísima, salvaguardar la vida de los norteamericanos concentrados en la embajada de Monrovia y evacuarlos cuando sea posible. Pero en modo alguno convertir a estas tropas de elite en fuerza permanente, máxime cuando con Taylor o sin él en el poder, Liberia va a seguir siendo uno de los lugares más peligrosos y violentos de Africa.

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