Hay declaraciones que producen, más que enfado, vergüenza ajena. Entre las muchas que chirrían están muy a menudo el alcalde de San Sebastián y los dirigentes de Izquierda Unida y ahora, al unísono, se ponen de nuevo en ridículo. A todos ellos (desde el tonto de San Sebastián a los comunistas que han aprendido a vivir del presupuesto público) les puede parecer emocionante que un cineasta haga una película que desprecia a las víctimas del terrorismo, que considera víctimas, además, a los criminales encarcelados y otros desgraciados hallazgos, pero pasan de la idiotez al ridículo diciendo que, quien critica todo eso, es franquista o neofranquista. Odón es un bobo contrastado y los comunistas son eso, unos totalitarios de tomo y lomo.
Y no es cuestión baladí que una película de estas características (ya sabemos que Medem recibió dinero de los contribuyentes vascos, víctimas incluidas, a través del Gobierno de Ibarretxe y de la Televisión Pública Vasca; ahora sólo nos falta confirmar si lo recibió también de Canal +) se presente en un Festival financiado con los Presupuestos Generales del Estado. La película y las declaraciones del director confirman que se basa en el principio de que hay preguntar al director del campo de concentración las razones por las que existe un “conflicto” y hay que gasear a los judíos porque, caramba, la situación es tan complicada que no hay otro remedio hasta que el nazi y el judío se pongan a hablar. Una cosa de esa naturaleza no puede promocionarse a cargo del contribuyente. Que organicen el marketing Elorza y Madrazo con su patrimonio. Elorza, tipo de vieja tradición de imbecilidad, ya se resistió, por cierto, a homenajear al asesinado José María Múgica con la colaboración del Consejo Mundial Judío. Preguntaba, con el desprecio de los tontos racistas y la ignorancia propia de su trayectoria, si eran “los de los tirabuzones”.
Ahora, por cierto Ibarretxe pide a los periodistas y a los jueces que no se metan en política y que le dejen hacer. No he oído ni a Elorza ni a Madrazo ni a ninguno de sus colaboradores que esa actitud es franquista o neofranquista. Les gusta el asunto.

Vergüenza ajena
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