Es lamentable que las relaciones entre Aznar y Rajoy o viceversa no sean todo lo fluidas que querría la Derecha sociológica, los muchos militantes y votantes del PP, aunque por suerte no son tan malas como parecen desear sus respectivos secretariados faraónicos. La naturaleza piramidal de los partidos políticos lleva a un culto idolátrico al líder, sea quien sea, y uno de los signos más eficaces para mostrar sumisión al líder de hoy es atacar al líder de ayer. Eso forma parte de la naturaleza humana, que es bastante vil, y suele ser favorecido por el mutismo del líder, que en Aznar consiguió un blindaje egipcio y que en Rajoy podría llegar a ser mesopotámico.

La Derecha los quiere unidos

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