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Juan Carlos Girauta

¿Qué le pasa a Rodríguez?

¿Ha improvisado en la rueda de prensa tunecina, o es que se ha convencido, durante sus largas vacaciones, de que lo mejor para España es encabezar un movimiento antiamericano que sólo respaldarán las tiranías?

Junto al primer ministro de Túnez, el presidente se ha referido a los países que ponen las vidas de sus hombres al servicio de la libertad. No para darles las gracias sino para sugerirles que se vayan de Irak rápidamente y sin explicaciones, como hizo él. Les ha instado a que tomen decisiones “en la línea del Gobierno español” para “abrir una expectativa más favorable”.
 
Empieza a ser difícil nombrar al perifrástico y esdrújulo estadista. Él se puso ZP, pero el acrónimo imposible ha cuajado en chanza; Zapatero, sin más, discrimina el primer apellido; Rodríguez Zapatero fatiga las oraciones; Rodríguez solo parece lo más acertado: Suárez, Calvo-Sotelo, González, Aznar, Rodríguez; la serie parece exigirlo. Rodríguez, pues, entona una llamada a la deserción masiva cuando los Estados Unidos ya han perdido allí mil hombres. No tenía bastante con irse.
 
Quienes consideraron un error la guerra reconocen hoy en general la necesidad de permanecer en Irak para evitar el caos. Permanecer hasta que la democracia sea viable. Permanecer como en Alemania o Japón tras la Segunda Guerra Mundial. Porque, más allá del feroz debate del año pasado, cualquiera entiende que se trata de la única solución posible, la única que puede estabilizar la región, prevenir el contagio a los países vecinos, evitar que el integrismo terrorista se haga con recursos estratégicos decisivos y, sobre todo, proteger a la población civil. Por eso nadie que hable en serio y no sea un enemigo de los Estados Unidos y de la democracia defiende el abandono de los iraquíes en la actual situación.
 
¿Qué le pasa a Rodríguez? ¿Ha improvisado en la rueda de prensa tunecina, o es que se ha convencido, durante sus largas vacaciones, de que lo mejor para España es encabezar un movimiento antiamericano que sólo respaldarán las tiranías? Ni Bush ni Kerry nos perdonarán esta impostura. Hay que tener a alguien detrás para ponerle tantos palos a las ruedas del carro americano, la única superpotencia, el único país que puede derrotar al totalitarismo del siglo XXI, el islamismo terrorista. Pero Rodríguez está solo. En concreto, está detrás de Francia, a quien le acaba de regalar una nueva oportunidad de aparecer, por contraste, como un país moderado a los ojos de EEUU. A nuestra costa.
 
¿Nadie le ha explicado que ese asuntillo con el que está jugando son los intereses vitales de los Estados Unidos, que así lo perciben ellos? Cuando Putin se pone definitivamente al lado de las tesis que combatió en la ONU; cuando Francia viene dando pasitos hacia atrás porque ha visto el abismo a sus pies; cuando las Naciones Unidas bendicen las acciones y llaman al auxilio de Irak. Ahora, precisamente, coge él y se dirige a la comunidad internacional con el mismo discurso que utilizaría delante de su pandilla de sableadores saltimbanquis y héroes de discoteca. A ver si va a resultar que Rodríguez es lo que parece.

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