Cuando llegan los últimos días de diciembre, a los columnistas nos entra una suerte de irrefrenable tentación de usar uno de los comodines del público y escribir artículos que resuman el año entero. Las principales novedades de este año, por una vez, no se centran en los esfuerzos de Intel y AMD por cumplir la ley de Moore, pues el mercado de los ordenadores de sobremesa se ha estancado, destacando en su lugar el incremento en la venta de portátiles. Las arquitecturas de 64 bits, sobre todo la de Intel, no despegan. El único cacharro que realmente ha despegado este año, aunque más en otras latitudes, ha sido el reproductor de música Apple iPod y su red de venta de música iTunes, hasta el punto que se rumorea que la compañía planea repetir el éxito con un teléfono móvil que se llamaría, sorprendentemente, iPhone.
Cada vez más, lo más importante del año se centra en Internet y en aplicaciones relacionadas con él. Las bitácoras centran buena parte de ellas, al haberse multiplicado su número y convertido en el vehículo de expresión de millones de nuevos escritores aficionados o no, especialmente gracias a Blogger, la plataforma adquirida por Google. Tecnológicamente, no obstante, lo que ha marcado el año para los blogs es la definitiva implantación de los formatos de sindicación RSS y Atom, que permiten recibir la información de los blogs por medio de lectores como Feeddemon (en el ordenador) o Bloglines (en Internet) o utilizarla para aplicaciones como Technorati, un buscador que tiene más de 5 millones de blogs indexados y permite vigilar que dice la blogosfera de los asuntos más variados.
Una de las aplicaciones web que más ha sorprendido este año ha sido Flickr, una web que permite alojar y compartir fotografías con una gama de posibilidades. Al contrario, las redes sociales como Orkut y Friendster, no han acabado de cuajar, principalmente porque no acaba de verse su utilidad práctica. Sin embargo, la que más impacto ha tenido sobre los usuarios menos habituales de la red ha sido Gmail, tanto por sus novedades técnicas como por haber comenzado la carrera que ha permitido a los usuarios de cuentas de correo electrónico gratuitas acabar con buzones mucho más grandes que los que tenían a comienzos de este año.
Puede que este año marque también el comienzo de otras dos guerras. La de los navegadores, en realidad, no sería más que retomar las hostilidades entre el heredero del perdedor, Firefox, y el acomodado ganador de entonces, Explorer. Además de ser un navegador excelente, Firefox ha creado una comunidad de desarrolladores y usuarios fieles tal, que han llegado a pagar para que se anuncie en The New York Times y así pueda conocerlo mucha más gente. Por otro lado, el éxito de Skype permite augurar una férrea lucha entre las compañías telefónicas clásicas y la telefonía a través de Internet, a no ser que las primeras decidan adoptar a esta última y hacer negocio con ella. Algo que, como tantas otras cosas, deberíamos empezar a ver el año que viene que, como todos en un mercado tan innovador como es la informática, promete estar también lleno de novedades.