Como resulta difícil defender que una organización criminal pueda tirarse cerca de un año bombardeando un país todos los días impunemente, el consenso ha dado con un nuevo hallazgo geopolítico para poder seguir justificando con apariencia de argumento racional sus fobias. "Netanyahu está invadiendo ahora un país soberano. Y hay gentes en España que dicen que Israel es un ejemplo de democracia y que está en el lado bueno de la Historia. Ceguera y fanatismo", argumentaba Lucía Méndez en X, destilando la esencia de ese gran descubrimiento que permite a los buenistas que odian a los judíos por el hecho de serlo creerse que son moralmente superiores al resto del mundo mientras condenan a un país por defender a sus ciudadanos de una agresión armada.
Netanyahu está invadiendo ahora un país soberano. Y hay gentes en España que dicen que Israel es un ejemplo de democracia y que está en el lado bueno de la Historia. Ceguera y fanatismo.
— Lucía Méndez Prada (@LuciaMendezEM) October 2, 2024
Si el Líbano es un país soberano, entonces es responsable de cara a la comunidad internacional de lo que sucede en su territorio soberano, sea por acción o por omisión. Y desde ese territorio soberano se han lanzado durante el último año alrededor de 8.000 bombas contra el territorio de ese otro país soberano llamado Israel, obligando a evacuar a unas 100.000 personas y provocando matanzas como las de una docena de niños en un campo de fútbol. Sí, los cohetes los ha lanzado Hezbolá, pero si el Líbano es un país soberano, lo que haga Hezbolá desde el Líbano contra Israel es también responsabilidad del Líbano, igual que lo sería Siria si el ataque viniera de allí aunque no lo ejecutara directamente Al-Asad.
A ningún otro país del mundo lo culparíamos por invadir un país vecino para frenar los bombardeos continuos a los que le está sometiendo. Pero como nuestros buenistas antisemitas no quieren dar ese derecho a los judíos tienen que inventarse una excusa. Lo de la ocupación aquí no cuela, aunque tampoco colaba con Gaza y les dio igual, así que tienen que recurrir a otra cosa. En concreto, que quien bombardea Israel es Hezbolá, pero contra quien responde Israel es el Líbano, de modo que el estado judío pueda aparecer otra vez como el agresor.
Intelectualmente el argumento está por encima del "no a la guerra que es muy perra", pero no por mucho. Cambien Netanyahu por "Roosevelt y Churchill" e "Israel" por "Estados Unidos y el Reino Unido" y se darán cuenta de la enorme profundidad del razonamiento de Lucía Méndez. Pero refleja la creciente opinión que estoy viendo entre nuestra progresía de considerar el Líbano como un país de Schrödinger, que al mismo tiempo existe y no existe según le convenga al observador, es decir, a ellos.
La realidad, naturalmente, es algo más compleja que considerar que el Líbano es Hezbolá o que Hezbolá no tiene nada que ver con el Líbano. Hezbolá es parte del cáncer que ha corroído la antaño conocida como la Suiza de Oriente Medio y lo ha convertido en un estado fallido. Y si Israel logra extirparlo le habrá hecho un gran favor, para empezar, a los propios libaneses. Pero no esperen nada que no sea odio a Israel en nuestra nomenklatura periodística. Están a lo que están.
Algunos, en cambio, hemos celebrado el ataque de los buscas y la liquidación de ese carnicero llamado Nasrallah. Somos gentes poco sofisticadas, incapaces de percibir los matices en los que se mueven sus cerebros privilegiados y a quienes nos gusta que ganen los buenos y pierdan los malos. Gente horrible, en suma.