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Las lágrimas de Selena Gómez

Nunca preguntes por quién lloran las progres: lloran por ellas.

Nunca preguntes por quién lloran las progres: lloran por ellas.
Selena Gómez. | Gtres

La actriz texana Selena Gómez ha tenido que borrar un vídeo de su Instagram ante las brutales críticas que recibió tras publicarlo. En él se lamentaba de las políticas migratorias de Donald Trump y se ponía a llorar muy escandalosamente por lo mal que lo estaba pasando "su gente". No está muy claro cuál es su gente, la verdad, y teniendo en cuenta que ha aprendido español para Emilia Pérez no parece que su gente sea la hispanohablante. Tampoco la mexicana, por más que su padre lo sea, porque hace años que es una minoría entre los inmigrantes que entran ilegalmente en Estados Unidos.

¿Quién es la gente por la que llora Selena Gómez entonces? La élite progresista de la que forma parte, por supuesto. Porque no hay que llevarse a engaño, el progresismo no es más que una forma de onanismo ideológico que se adopta por la única razón de que permite retozar en autosatisfacción moral. Selena Gómez apoya que los pobrecitos inmigrantes ilegales se salten la cola y vivan en el país sin derecho a hacerlo no porque le importen lo más mínimo, sino porque la inmensa mayoría de los estadounidenses están en contra. Los ilegales son sus mascotas, útiles siempre y cuando les sirvan para sentirse moralmente por encima de la plebe, víctima de su ignorancia y sus prejuicios, sin esa capa de sofisticación moral que a ellos les hace brillar por encima del resto de los mortales.

Al final, lo que permite diferenciar una preocupación real por los demás de las lágrimas de cocodrilo de Selena Gómez es el sectarismo y el oportunismo. La actriz jamás mostró preocupación ninguna por el destino de los ilegales deportados por los demócratas. Vale que con Clinton no tenía edad, pero incluso Obama expulsó del país a muchos más inmigrantes que Trump en su primer mandato y jamás dijo una palabra más alta que otra. Ni tampoco ha mostrado su compasión hacia las víctimas de la inmigración ilegal como Laken Riley, la enfermera de 22 años cuyo cruel asesinato ha llevado a la aprobación de una ley con su nombre que permite deportar a ilegales procesados por un crimen. Tampoco lloró por Jocelyn Nungaray, una cría de doce años violada y asesinada por un par de venezolanos ilegales en Houston, Texas, el estado natal de Selena Gómez. No. Su compasión es selectiva y sólo se activa cuando le permite sentirse estupenda consigo misma por lo buenísima que es en contraste con toda esa chusma despreciable que quiere que los inmigrantes que llegan a Estados Unidos lo hagan de acuerdo a la ley.

Por eso sabemos que Selena Gómez y la obispa esa que tanto le gusta a González Porn no son generosas, ni compasivas. Porque su fingido dolor lo reservan para cuando políticamente les viene bien. Para cuando conviene a su partido y a su sentimiento de autosatisfacción moral. Nunca preguntes por quién lloran las progres: lloran por ellas.

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