Rajoy ha aludido a un pacto secreto entre Zapatero y Mas que implicaría el rechazo del estatuto catalán en el Congreso una vez aprobado en Cataluña. Sorprendente. Pero don Mariano no es amigo de la especulación; es forzoso buscarle un sentido al supuesto pacto. Y no hay mucho margen para la interpretación.
El primer paso sería la aprobación en Cataluña. Eso quiere decir que CiU vería formalmente satisfechas sus exigencias, o al menos algunas de ellas. Lo contrario, el fracaso del proceso en el Parlament, sembraría la frustración en la clase política catalana, frustración que los medios locales extenderían y generalizarían. Cada líder recordaría que hizo cuanto estaba en su mano, que negoció y transigió, pero hay dos líderes, los principales, que necesitan que el otro cargue con las culpas: Maragall y Mas. Si Mas rompe la baraja en el Parlament, Maragall se cargará de razón; en Cataluña será el hombre que iba a inaugurar una nueva etapa en la “construcción nacional” y que ha sufrido la zancadilla de los que patrimonializaron Cataluña durante un cuarto de siglo y que no soportan su pérdida de protagonismo. Convocaría elecciones y obtendría mayoría absoluta.
Si Mas llega a un acuerdo con Maragall para no romper la baraja en Cataluña, se abren dos posibilidades: que el Congreso apruebe el proyecto o que no lo haga. Si lo aprueba, la rentabilidad política de todo el proceso vuelve a ser para Maragall, el hombre que contra viento y marea obtiene un marco considerablemente más ambicioso de autogobierno que su antecesor. Pero si el Congreso no apruebe el proyecto, se invierte la situación: Maragall queda como un fracasado que ha perdido dos años sin conseguir nada porque está secuestrado por su partido, de “obediencia españolista”. Y gana Mas, que no sólo no habrá renunciado a sus aspiraciones de blindaje financiero, sino que podrá decir, ufano: ¿Ven ustedes cómo la del tripartito era una vía muerta? En las siguientes elecciones autonómicas, que por supuesto habría que anticipar, Mas obtendría la mayoría absoluta. Resumiendo, el nuevo estatuto va a fracasar: si fracasa en Barcelona (culpa de CiU), Maragall se beneficia; si fracasa en Madrid (culpa del PSOE), se beneficia Mas.

