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Juan Carlos Girauta

Pedagogía del odio

Aunque votar lo mismo que ERC en el referéndum nos provoque más alergia que el jersey de Evo Morales, es esencial frenar en seco a una clase sectaria que ha convertido la mentira y la estigmatización del discrepante en fundamento de su política.

En una página web institucional, la Generalidad de Cataluña ofrece, entre otros recursos relativos a la lengua catalana, tales como un mapa dialectal o un refranero, el enlace a un “dossier sobre las agresiones del Partido Popular a la lengua catalana”, resumido por el Departamento de Educación de la Generalidad –es decir, por funcionarios que pago yo, con recursos tecnológicos que pago yo– de este modo (traduzco): "Este dossier pretende ser un instrumento sencillo y a la vez utilitario (sic) para contribuir a una visión panorámica de las agresiones contra la lengua catalana que ha llevado a cabo el PP –y el espíritu de agresión que ha mostrado– desde el inicio de su existencia". Se califica el dossier de "interesante aportación".

No fatiguen la red buscando algún documento parecido de la Generalidad sobre las agresiones a la lengua castellana en Cataluña porque no lo encontrarán. Este uso repulsivo de los recursos públicos contra una formación política que es la única, junto con CDC, que no existía en los años 30 –y la única sin excepción nacida en democracia–, es moneda corriente en la política catalana, cuyo poder institucional y cuya clase política viven consagrados a la mentira vocacional. Si no han incendiado la convivencia es porque la sociedad que dicen representar está muy por encima de ellos y los ignora.

Una de las más vistosas mentiras que circula como verdad oficial es el insoportable carácter centralista del PP. Sin embargo, las estadísticas demuestran que los gobiernos de Aznar procedieron a una descentralización sin precedentes: el número de funcionarios de la Administración General del Estado pasó de 607.720 en 1 de enero de 1996 a 235.256 en 1 de enero de 2004 (lo que representa un descenso sobre el total de funcionarios del 29’7% al 9’8%), incrementándose el de las Comunidades Autónomas de 637.218 a 1.159.951. Paralelamente, éstas aumentaron de forma espectacular el monto de sus impuestos recaudados: de 6.877 a 54.237 millones de euros. Pero a quién demonios le importan los hechos en Matrix.

Aunque votar lo mismo que ERC en el referéndum estatutario nos provoque más alergia que el jersey de Evo Morales, es esencial frenar en seco a una clase sectaria que ha convertido la mentira y la estigmatización del discrepante en fundamento de su política educativa e informativa. Deben encontrarse con un rotundo “no”, pues lo conocido no es nada comparado con el paraíso virtual de convivencia que van a levantar si el nuevo estatuto entra en vigor.

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