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Han tildado al PP de belicista,
de añorante del yugo y de las flechas,
de muy pero que muy, muy de derechas,
de rancio, de retrógrado y fascista.

Lo han culpado de anticatalanista,
de que despierta pésimas sospechas,
de que sus chicas son más bien estrechas
y de que odia el credo progresista.

Lo han tachado de vil, de reaccionario,
de déspota, de facha, de falsario,
y hasta de la maldad más absoluta.

Ha recibido, en fin, tanto vejamen,
que ya sólo le falta que lo llamen
–perdón por dar ideas– "hijoputa".

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