Los gorrinos
Y ni en lejanas montañas ni en desiertos remotos, sino tomando unos potes en Iparralde. Ahora ya lo sabemos.
Ahora ya lo sabemos. Días antes del 11-M, y ni en lejanas montañas ni en desiertos remotos sino en alguna taberna de Iparralde, los barandas de la ETA acusaron recibo de que a Zapatero le cabría representar al Estado en el inmediato proceso constituyente de Euskal Herría, ese que se oficializó el jueves pasado. Y tal que así el gudari Esparza Luri –tratando de descifrar su prosa, uno comprende al fin por qué su jefe responde por "Cheroqui"– levantaría acta de la buena nueva para la Historia: "En el caso que el PSOE quiera contacto con la Organización, la Organización está dispuesta". Ahora ya lo sabemos.
En vísperas de nada, y resulta que la Organización se antojaba "dispuesta". Con la flor y nata de los gorrinos pensando en aparcar al otro en aquel concesionario de la Citroën en Ponferrada, y la Organización, en cambio, meditando sobre "objetivos concretos", adecuados "a la naturaleza del contacto". Con el Chino, el Tunecino y el resto de los pelanas aún amaestraditos y bajo estricta custodia de la Policía, la Guardia Civil, el CNI y hasta de los serenos de Lavapiés, y la Organización exigiendo "claras garantías" antes de dar rienda suelta al contubernio. Con Rasputín a sólo a un mes de planificar el asedio espontáneo a las sedes del PP, y la Organización recabando garantías formales sobre si la "iniciativa" partía "del PSOE, del Estado o a nivel personal". Y ni en lejanas montañas ni en desiertos remotos, sino tomando unos potes en Iparralde. Ahora ya lo sabemos.
Con el cándido candidato Rodríguez Zapatero gritando "mío, mío" cada vez que alguien mentaba el Pacto Antiterrorista, y la Organización indecisa sobre si el té y las pastas de anís las serviría Aurelio, Doña Rogelia o algún funcionario del Centro Henri Dunant. Con el PSOE en pleno aceptando todavía la legitimidad formal y moral del sistema surgido de la Transición, y Josu Ternera dudando sobre si debiera ser Suiza o Suecia el marco incomparable que presidiese el inminente fin de la soberanía del pueblo español. Con el presidente en funciones de la Generalidad recién ungido como testaferro de "Txapote" y Parot, y la Organización preocupada ya de conocer cuál habría de ser el "nivel" de los gorrinos en la próxima "interlocución". Ahora ya lo sabemos.
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