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Marcelo Birmajer

Una tarea para la izquierda israelí

¿Cuál debe ser la respuesta israelí? ¿Cómo negociar cuando no hay tierras que ofrecer a cambio de paz? ¿Cómo negociar con un grupo terrorista cuyo único objetivo es matar judíos?

Israel se retiró hasta de la última mota de arena del Líbano en junio del año 2000. La propia ONU, ya con el muy poco simpatizante de Israel Kofi Annan al mando, consideró completa la retirada y determinó la completa falta de casus belli entre los dos países. No ocurrió otro tanto con Siria, que no sólo mantuvo sus efectivos y poderes en el país de los cedros, sino que cada tanto también mató a políticos e intelectuales independientes e independentistas libaneses, civiles y desarmados, dentro del propio Líbano.
 
Hoy, 12 de julio de 2006, nos enteramos de que, una vez más, el grupo terrorista Hezbolá ha invadido el norte de Israel desde la frontera con el Líbano, asesinando a tres soldados y secuestrando a dos. Israel ha respondido con una amenaza de incursión en el Líbano y la determinación de buscar a los soldados secuestrados, pero aún desconocemos las consecuencias concretas de estos dichos.
 
No obstante, este momento trágico y desesperante es desafortunadamente óptimo para hacer una repaso histórico de los hitos centrales de la relación entre estos dos países. Líbano fue uno de los siete países que atacaron Israel cuando los judíos declararon su independencia, en 1948. Al día de hoy, Líbano no ha reconocido nunca el derecho de Israel a la existencia. En el año 82, a posteriori de que la operación Paz para la Galilea, ordenada por el primer ministro Menajem Beguin, con el consenso del Partido Laborista, y dirigida por el entonces ministro de Defensa Ariel Sharon –que aventó la posibilidad de que el Líbano quedara convertido en un baluarte del terrorismo dirigido por la OLP–, por primera vez un presidente libanés, Bashir Guemayel, dejó entrever una posibilidad de aceptar la existencia del Estado judío, pero fue asesinado por agentes sirios en septiembre de aquel mismo año.
 
Desde entonces, la amenaza terrorista de la OLP fue reemplazada por otra apenas más leve en cuanto a la cantidad de víctimas civiles dentro de las fronteras del norte de Israel, el grupo terrorista Hezbolá. La continuidad de las tropas israelíes en Líbano tenía como único objetivo proteger la vida de los civiles en el norte de Israel: vale decir, poner el cuerpo de los soldados israelíes para proteger a los niños, las mujeres y los ancianos de las poblaciones fronterizas. En el año 85 pasé unos meses en el kibutz Mitzgavan, situado exactamente en la frontera con el Líbano, y había un par de placas que recordaban a los muertos por los cohetes katiushas arrojados por la OLP desde el país del Cedro.
 
En 2000, como dijimos, el Gobierno laborista de Ehud Barak desalojó por completo sus posiciones militares en esa conflictiva zona fronteriza, que desde mediados de los 80 nunca había excedido los 12 kilómetros de profundidad.
 
Ni el Estado libanés ni su grupo terrorista asociado, Hezbolá, reconocieron la retirada, por no hablar de al Estado de Israel. Según Líbano y su comando terrorista, la sola existencia del Estado judío, fuera de cualquier punto soberano libanés, era un casus belli.
 
A poco de la retirada, Hezbolá secuestró a dos soldados israelíes. Unos años más tarde secuestró a un hombre de negocios israelí en suelo libanés. Al menos debe quedarnos en claro un punto: no se trata de un problema territorial. No hay ningún conflicto territorial entre Líbano e Israel.
 
Llamamos a Hezbolá "grupo terrorista asociado al Estado libanés" porque el Estado libanés lo reconoce como un actor político legítimo. Es un verdadero terrorismo de Estado: el Estado libanés acepta que un grupo terrorista paraestatal, pagado con los recursos de ese Estado, ataque a la población civil, y en ocasiones militar, de un Estado vecino.
 
El título de esta nota hace referencia a que es hora de que los intelectuales de lo que podríamos llamar la izquierda israelí, los pensadores y actores políticos de ese sector del arco político, que se opuso a las acciones preventivas de las IDF (Fuerzas de Defensa de Israel) dentro del Líbano y pugnó por su retirada hasta conseguirla, elabore y presente ahora un plan de acción referido a este momento. ¿Cuál debe ser la respuesta israelí? ¿Cómo negociar cuando no hay tierras que ofrecer a cambio de paz? ¿Cómo negociar con un grupo terrorista cuyo único objetivo es matar judíos? Es una buena tarea para el gabinete en las sombras que podría conformar hoy la silenciosa izquierda de Israel.

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