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Juan Manuel Rodríguez

El milagro de Pepu Hernández

Gestos como los de Pepu Hernández, emocionado mientras escuchaba el himno nacional, o Pau Gasol, llorando a lágrima viva después de la victoria ante Grecia, nos hacen albergar esperanzas de cara al futuro.

El otro día vi una película que me emocionó realmente. Se trata de El Milagro, dirigida por Gavin O'Connor e interpretada en su papel principal por Kurt Russell. El Milagro cuenta la historia del equipo estadounidense de hockey sobre hielo que participó en los XIII Juegos Olímpicos de Invierno celebrados en Lake Placid, Nueva York. Herb Brooks, el mítico entrenador a quien da vida Russell en la gran pantalla, consiguió que una selección de jugadores universitarios afrontara con éxito el reto de vencer a la todopoderosa y experimentada selección de la Unión Soviética, dominadora absoluta de ese deporte durante más de una década. En las durísimas sesiones de entrenamiento Brooks solía hacer siempre la misma pregunta a sus jugadores, una y otra vez, y otra más, y otra: "¿Tú para quién juegas?". "Para la Universidad de Arizona". "Para la Universidad de Colorado". "Para la Universidad de Georgia". Al final de un partido preparatorio, tras someter a sus jugadores a una auténtica paliza física, Brooks arrancó por fin de su capitán, Mike "Rizzo" Eruzione, la respuesta que llevaba buscando desde hacía tanto tiempo: "¡Me llamo Mike Eruzione! ¡Soy de Winthrop, Massachusettes!". "¿Para quién juegas?". "Yo juego para los Estados Unidos de America". "Hasta mañana chicos". Herb Brooks ya tenía su equipo.

Me parece que el milagro de Pepu Hernández ha sido, por encima de cualquier otro, el de conseguir que la selección por él dirigida conformara un auténtico equipo, una familia deportiva capaz de acabar con los egocentrismos, las falsas vanidades y los nefastos personalismos que tanto daño nos han hecho otras veces. Un equipo, por fin un equipo. Y en unas circunstancias como las actuales en las que uno puede leer, por ejemplo, la noticia de que "la bandera, el nombre y el mapa de España desaparecen de la mayoría de los libros de texto vascos", gestos como los de Pepu Hernández, emocionado mientras escuchaba el himno nacional, o Pau Gasol, llorando a lágrima viva después de la victoria ante Grecia, nos hacen albergar esperanzas de cara al futuro. Porque Carlos Jiménez, Felipe Reyes o Marc Gasol tuvieron muy claro desde el principio que ellos no jugaban para Unicaja de Málaga, Real Madrid o Fútbol Club Barcelona sino para España. Y habrá que reconocer que eso, hoy por hoy, huele a milagro. Y de los gordos.

Dicen que las comparaciones resultan odiosas. Yo no lo creo así. Algo tiene que estar fallando a la hora de planificar el trabajo de la selección absoluta de fútbol cuando, en un país futbolero por excelencia, están siendo baloncesto, balonmano, fútbol sala, Fórmula Uno o motociclismo, por poner sólo algunos ejemplos, los que están obteniendo los éxitos mientras que la selección de fútbol cosecha decepción tras decepción. El éxito del baloncesto debiera hacer reflexionar a los máximos responsables de nuestro fútbol. Incluso el éxito de nuestras selecciones inferiores de fútbol tendría que hacerles reflexionar. ¿Qué pasa? Yo, por si acaso, recojo el testigo que me ha lanzado hoy Federico Jiménez Losantos enLa Mañanay propondré a quien manda la sustitución de Luis Aragonés por Pepu Hernández. Lo que no sé es si tengo que dirigirme a Angel Villar o a Joan Laporta.

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