Las palabras del presidente del Gobierno, calificando a De Juana Chaos como una persona "favorable al proceso de paz", resume el proceso en el que nos ha embarcado Zapatero aún mejor que la definición de las soflamas de Otegi como "discurso por la paz". En el mundo de buenos y malos en el que, al estilo Peces Barba, divide moralmente el mundo el leonés, la causa por la que uno es clasificado no es el respeto a la ley, el amor por la democracia o siquiera la adscripción a la izquierda; sencillamente, se es bueno cuando se le da la razón.
López Aguilar aseguraba que los beneficios penales a los etarras derivados del proceso de rendición no cubrirían a los "psicópatas". Pero una vez advertida por la perspicacia presidencial la voluntad favorable a la paz de De Juana Chaos, ni sus 25 asesinatos ni la manera en que disfrutaba y brindaba por las posteriores acciones criminales de sus compañeros ni su inexistente arrepentimiento son razón suficiente como para desear que permanezca en la cárcel. De modo que Zapatero se pone la toga, que suponemos rebozada en el polvo del camino, y apoya la actitud del etarra cuando éste asegura que los artículos amenazantes por los que está siendo juzgado carecían de esa intención porque el asesino es "favorable" al "proceso de paz".
No bastó que la falsa huelga de hambre del asesino que considera que lo más duro de una hipotética paz sería cruzarse con sus "torturadores" llevara al Ejecutivo a rebajar la petición de pena de 96 años a un máximo, ahora, de 13. No, Zapatero tenía que expresar su opinión favorable al reo –de nuevo, basada en supuestos datos no accesibles para el público–, inmiscuyendo al poder ejecutivo en una labor que sólo compete al judicial. Sería de esperar que todos aquellos que tantas lágrimas de cocodrilo han llorado por el respeto a las instituciones clamaran ahora al cielo por semejante intromisión en la labor de la Audiencia Nacional. Esperaremos sentados.
Es normal que Jacinto Delgado Córdoba, víctima de uno de los atentados de De Juana Chaos, se sienta "desamparado y humillado" por las declaraciones de Zapatero, y que considere que ahora parece que el malo es él. Para el presidente del Gobierno, lo es. Porque no es "favorable al proceso de paz" como el asesino múltiple etarra ni hace un "discurso por la paz" como el ejemplar Otegi. Porque le lleva la contraria al presidente del Gobierno. Esa es la actitud que muestra Zapatero hacia las víctimas del terrorismo. Sin Peces Barba ya como intermediario, pero con el mismo sectarismo que él.

