Menú
Fundación Heritage

Las políticas de Bush

En la Cámara de Representantes, uno de los oponentes más estridentes de Bush, el congresista John Conyers, presidiría el Comité Judicial. Y ya ha amenazado con empezar los procedimientos de impeachment contra el presidente.

Helle Dale

Con las elecciones de mitad de período legislativo a sólo unos días, los visitantes extranjeros en Washington preguntan: "¿Qué representará para la política exterior norteamericana un cambio de mayoría en el Congreso?" Para muchos, la secreta esperanza es que los demócratas, de algún modo, sean capaces de cambiar la dirección de la política exterior de Bush porque no les gusta, al igual que, antes de las elecciones presidenciales de 2004, tenían la esperanza de que el senador John Kerry ocupara la Casa Blanca y diese un golpe de timón. "¿Cambiarán al Secretario de Defensa Donald Rumsfeld si los demócratas ganan?", preguntan casi emocionados.

Primero, empecemos con un poco de cautela: no es de ningún modo algo seguro que el Congreso cambie de manos. Aunque los periódicos como el Washington Post hayan estado publicando portada tras portada, afirmando que los demócratas están a las puertas de conseguir el control del Congreso, el análisis por separado de cada una de las elecciones, basándose por ejemplo en los niveles de captación de fondos, indica que las pérdidas republicanas serán de menor alcance, permitiéndoles mantener una estrecha mayoría en ambas cámaras.

Además, la política exterior al ser básicamente del dominio del poder ejecutivo y del presidente al ser el comandante en jefe, probablemente se verá menos afectada que la política doméstica. Pero incluso si la política cambiase, cosas como una retirada precipitada de Irak no forman parte de un escenario realista, no importa quién gane la Cámara de Representantes y el Senado la próxima semana. Sin embargo sí será un período distinto, y de varias maneras, si los demócratas obtienen el control de una de las cámaras del Congreso. Será una época en la que en lugar de un rumbo nuevo cabe esperar un punto muerto y una parálisis.

El poder del Congreso para influir en política exterior reposa principalmente en cuatro áreas: el poder de producir proyectos de ley de gastos da a la Cámara de Representantes el poder del dinero; el poder de consulta y aceptación da al Senado un papel importante en los nuevos nombramientos y ratificación de acuerdos; ambas cámaras tienen el poder de negar al presidente la Autoridad para promocionar el comercio (Trade Promotion Authority, TPA) que sirve para negociar acuerdos de comercio internacional; y tanto la Cámara de Representantes como el Senado tienen el poder de investigar y enviar citaciones judiciales de comparecencia a funcionarios de la administración, algo que puede ser un enorme desgaste para la Casa Blanca y para los departamentos gubernamentales que se investiguen.

En otras palabras, en cada uno de esos casos el Congreso no puede ofrecer un nuevo impulso pero sí que puede echar el freno a la Casa Blanca. Y como la presidencia de los comités cambian de mano, también lo hace muchísimo poder. Si el congresista demócrata Charles Rangel –un implacable crítico de la misión americana en Irak– estuviese a cargo del Comité de Medios y Arbitrios, conseguir la aprobación de gasto supletorio para la guerra sería un difícil reto para la administración.

El hecho es que demócratas como Harry Reid, líder de la minoría en el Senado, se han dado mucha prisa a la hora de criticar a la Administración Bush por su actuación en Irak, pero en realidad ninguno de ellos ha dado a conocer un plan demócrata alternativo. No obstante, y como mínimo, los demócratas podrían imponer parámetros para el despliegue y podrían limitar fondos para las recomendaciones que se esperan de la Comisión Baker-Hamilton sobre Irak. Sin embargo, los demócratas harían bien teniendo cuidado de no hacer nada que pareciese ir directamente contra las tropas norteamericanas en Irak, eso es algo que siempre le sienta muy mal al pueblo estadounidense.

En el Senado, las confirmaciones de cargos y los tratados tendrían muchísimos más problemas para su aprobación. Esto podría ser una buena noticia para Rumsfeld, que probablemente no sería reemplazado en Defensa si su sucesor tuviese que enfrentarse a una oposición demócrata. Sin embargo, sí sería una mala noticia para el embajador norteamericano a la ONU John Bolton, cuyo nombramiento temporal acaba a fin de este año y que no podría ser confirmado en su puesto estando los demócratas en el poder.

La TPA y los acuerdos bilaterales de libre comercio también serían víctimas de un hipotético cambio en el Congreso, con serias consecuencias para la agenda de libre comercio del Presidente. La TPA, que da al presidente manos libres para negociar tratados comerciales, caduca en verano y no es probable que sea renovada. Y de los dos acuerdos de libre comercio pendientes, con Perú y Vietnam, sólo es probable que se apruebe el de Vietnam, que ya tiene apoyo bipartito.

El mayor golpe a la política exterior de Bush, no obstante, sería el montón de investigaciones sobre aspectos varios de la política iraquí del presidente, la recolección de datos de inteligencia y las actividades de vigilancia antiterrorista. En la Cámara de Representantes, uno de los oponentes más estridentes de Bush, el congresista John Conyers, presidiría el Comité Judicial. Y ya ha amenazado con empezar los procedimientos de impeachment contra el presidente.

La líder de la minoría en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, ha afirmado que el impeachment es un asunto sin futuro debido a la preocupación de que les salga el tiro por la culata y vaya en contra de los demócratas en las elecciones presidenciales de 2008 si se pasan de la raya. ¿De verdad le harán caso sus colegas? Siga usted en la sintonía.

©2006 The Heritage Foundation
* Traducido por Miryam Lindberg

Helle Dale es directora del Centro Douglas y Sarah Allison para Estudios de Asuntos Exteriores y de Defensa de la Fundación Heritage. Sus artículos se pueden leer en el Wall Street Journal, Washington Times, Policy Review y The Weekly Standard. Además, es comentarista de política nacional e internacional en CNN, MSNBC, Fox News y la BBC.

En Internacional

    0
    comentarios