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EDITORIAL

Del pesebre a la basura

Nos quedaríamos cortos, sin embargo, denunciando la vulneración de nuestra Carta Magna que ha perpetrado la directora del centro con su muestra de desprecio, no sólo a la libertad religiosa, sino al trabajo, al esfuerzo y a la ilusión de esos niños.

Como ya sabrán los lectores, la directora del Instituto Las Lagunas de Mijas, Mercedes García del Álamo, decidió hace escasas semanas tirar a la basura el belén que habían hecho unos alumnos de ese centro durante la clase de religión. Este cafre comportamiento, más propio de unos vándalos que se hubieran colado con nocturnidad en el instituto que de la persona que lo dirige, había suscitado las lógicas protestas y peticiones de cese por parte de los profesores y las asociaciones de padres. Pues bien, la Junta de Andalucía ha decidido respaldar la liberticida barbarie de esa tarada haciendo suyos los "argumentos" que ella esgrimió, como ese de que "el centro es laico".

Ni qué decir tiene que todos los centros de enseñanza, sean laicos o confesionales, públicos o privados, tienen el deber de cumplir la Constitución. Nos quedaríamos cortos, sin embargo, denunciando la vulneración del artículo 16 de nuestra Carta Magna que ha perpetrado la directora del centro con su muestra de desprecio, no sólo a la libertad religiosa, sino al trabajo, al esfuerzo y a la ilusión de esos niños. Su falta de respeto a las libertades y a las manifestaciones religiosas, que la Constitución ampara "sin más limitación que la necesaria para el mantenimiento del orden público", es asimismo una agresión al más elemental respeto a la pedagogía y a la cultura.

El indigno respaldo de la Junta de Andalucía a la directora y otros casos –como el de la prohibición del festival de navidad en un colegio público en Zaragoza– demuestran, sin embargo, que no estamos ante un episodio aislado, atribuible exclusivamente al fanático resentimiento de una persona. Estamos ante una muestra –una más– de los liberticidas estragos que puede causar ese "laicismo" que predica Zapatero, y que pueden ir mucho más allá, tal y como nuestra historia nos enseña con tinta y con sangre.

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