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Tibor R. Machan

Bush se responsabiliza

Lamentablemente, la mayoría de la gente está ocupada ganándose la vida y en demás asuntos personales, por lo que no tiene el tiempo de comprobar la verdad y la mentira de los alegatos de los políticos.

En su más reciente intento de explicar la guerra en Irak, el presidente George W. Bush declaró: "Se han cometido errores, la responsabilidad recae en mí". Y, ¿entonces?

Generalmente cuando alguien comete un error y asume la responsabilidad, lo que sigue es un sincero esfuerzo de corregir y reparar el daño ocasionado, compensar a quienes fueron perjudicados con sus equivocaciones, etc. Piense en sus descuidos, como chocar a otro automóvil. Aunque no haya sido intencional ni negligencia de nuestra parte, estamos obligados a enmendar el daño.

Si nos metemos en problemas mayores, responsabilizarse de lo hecho implica resultados más serios: multas y hasta prisión. Pero en el caso del presidente Bush, ¿cuál es el significado de haber dicho que acepta la responsabilidad? ¿Va, acaso, a renunciar? ¿A pagar daños a los familiares de los soldados muertos en una guerra irracional?

Quizás la versión presidencial de aceptar responsabilidades nos enseña que la retórica política está corrompida. Los políticos como Bush no creen lo que dicen, sino que pretenden ser lo que no son. Y eso significa que los ciudadanos tenemos que aprender a no confiar en los políticos.

Claro que no se trata solamente de Bush. Los demócratas nos hacen creer que ellos están ayudando a los trabajadores de Estados Unidos aumentando el salario mínimo. En realidad, con eso no ayudan a nadie. Cuando los salarios son aumentados artificialmente por el gobierno, el resultado incluye el aumento de los precios y la pérdida de empleo de aquellos que no aportan a la empresa donde trabajan un servicio que vale más que su salario. Todo eso es dañino para los trabajadores y exactamente opuesto a los alegatos de quienes promueven aumentos del salario mínimo. Pero alegan eso porque suena bonito, no porque es verdad. De nuevo, sufre la confianza y la ciudadanía debe aprender a ver qué hay detrás de las promesas políticas.

Lamentablemente, la mayoría de la gente está ocupada ganándose la vida y en demás asuntos personales, por lo que no tiene el tiempo de comprobar la verdad y la mentira de los alegatos de los políticos.

Consideremos el alegato del gobernador de California Arnold Schwarzenegger de que gastar inmensas sumas de dinero en un seguro médico para todos los californianos en una estupenda idea porque mejorará la salud de la gente y no aumentará los impuestos. Ofrecer algo que no cuesta nada es siempre popular, pero no por ello deja de ser una fantasía.

El sistema político que sistemáticamente se aleja del gobierno limitado –aquel dedicado exclusivamente a defender nuestros derechos– solamente conduce al engaño y la mentira. Por ello, si escuchamos cuidadosamente a los políticos detectaremos los engaños y las mentiras.

El presidente Bush dijo que acepta la responsabilidad de las equivocaciones en la guerra en Irak, pero no hará absolutamente nada al respecto. Si un colega o amigo actúa así, se gana nuestro desprecio. Es ya tiempo de que apliquemos lo mismo a los políticos.

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