La velocidad con la que se suceden las noticias en el mundo de la tecnología nos deja, cada poco tiempo, algún titular de esos en los que intuimos que se avecinan cambios importantes. La reciente adquisición de Jaiku por parte de Google es, desde mi punto de vista, una de esas operaciones. Para los que se preguntan qué es Jaiku, se trata de una empresa finlandesa que permite a sus usuarios definir una red de amigos, y comunicarse con ellos mediante mensajes de un máximo de 140 caracteres, el llamado nanoblogging o microblogging.
Jaiku es el principal competidor de Twitter, de la que ya hablamos en esta misma sección (Twitter y cerebros 2.0, 28 de Marzo de 2007), y mejora sus prestaciones en algunos temas: si Twitter es completamente minimalista, y se limita a ofrecer el envío de ese tipo de mensajes a todo tu grupo o simplemente a una persona de dicho grupo, Jaiku permite además la inclusión de actividades que definas en otros sitios: puedes usarlo para avisar a tu red de amigos o conocidos cuando escribes algo en tu blog, cuando subes fotos a Flickr, cuando almacenas alguna página en del.icio.us, cuando anotas viajes en Dopplr o, en general, cuando haces cualquier cosa que tenga algún tipo de trascendencia en la red. Curiosamente, es esa misma incorporación de funciones la que puede acabar resultando un problema para Jaiku: muchos de sus usuarios, incluido yo mismo, lo utilizamos como un mero "contenedor" en el que almacenar nuestras actividades, incluidas nuestras andanzas en Twitter, creando así un perfil de poca fidelidad a la herramienta.
Pero mas allá de la discusión sobre si Twitter o Jaiku, que adquiere toda una nueva tonalidad con el anuncio de adquisición de la siempre importante Google, lo que me interesa es hablar de la validación que esta compra supone del fenómeno del nanoblogging o microblogging, una tendencia que resulta completamente imposible analizar si no se observa desde dentro. Visto desde el exterior, Twitter o Jaiku parecen un acto de mero exhibicionismo: ¿qué lleva a una persona a contarle al mundo lo que está haciendo en cada momento? ¿Qué lógica puede tener, en una sociedad que valora cada día más la privacidad, un comportamiento semejante? De hecho, la tendencia cuenta con terribles detractores, que acusan a los usuarios bien de vanidad suprema, bien de tener una vida aburrida, como si la función de los demás fuese la de entretenerles.
Visto desde dentro, sin embargo, el fenómeno del nanoblogging posee muchísimo más sentido: en primer lugar, su carácter no es necesariamente indiscriminado. Aunque algunas personas optemos por dejar nuestras actualizaciones abiertas o incluso por situarlas en un lugar visible de nuestra página personal, no debemos olvidar que existe la posibilidad de cerrarlos, de que estén disponibles únicamente para aquellos que autoricemos. Igualmente, aunque algunos usuarios decidan seguir las actualizaciones de todos aquellos que se apuntan a las suyas, en modo de reciprocidad, lo normal debería ser seguir únicamente la vida de aquellas personas que te interesan, sea porque los conoces, porque son tus amigos o porque, por cualquier razón, quieres saber de sus actividades. Obviamente, si seguimos a alguien que no conocemos de nada y no nos interesa, lo que cuente nos parecerá, con total probabilidad, un absoluto aburrimiento. Para darse cuenta de eso, realmente, no hacía falta que viniese ningún sesudo analista.
Además, el hecho de ser usuario de una de estas herramientas no nos obliga en absoluto a usarla constantemente ni supone amenaza alguna a la privacidad más allá de lo que uno quiera: si de repente decido hacer algo que estimo debe permanecer en privado, nada ni nadie me obliga a ponerlo ahí. Y por supuesto, menos todavía obliga a nadie a leerlo: si la vida de alguien te parece aburrida... simplemente, no la sigas. ¿O es que no tienes una vida propia para entretenerte con ella?
Lo que realmente merece la pena pensar es cómo va a evolucionar la comunicación cuando una herramienta como ésta se populariza de la manera en la que Google sabe hacerlo. No olvidemos que la misma Google tuvo ya un importante papel, en el año 2003, en la popularización del fenómeno blog con la adquisición de Pyra Labs, creadora de Blogger, y que ambas operaciones manifiestan numerosas similitudes. ¿Qué puede hacer una sociedad como la nuestra con una herramienta que nos permite mantenernos en permanente contacto con aquellos que definimos como nuestros amigos? Cuando añades a una persona, pasas a ver en forma de mensaje breve todo lo que ésta decida actualizar, y puedes recibirlo en un ordenador, teléfono móvil o cualquier otro dispositivo con conexión. Se trata de comunicación en estado puro, de sentirse en permanente contacto con amigos, de conocer detalles de la vida de otros aunque estén en el otro lado del mundo. Como si al SMS le pusiéramos esteroides, lo hiciéramos gratis, y lo adaptásemos a las herramientas actuales.
La compra de Jaiku por parte de Google viene a decir que el nanoblogging o microblogging es ya una tendencia imparable, un medio de comunicación que muchos usarán para estar en contacto con amigos, con compañeros de un mismo equipo de trabajo o, simplemente, con personas que les interesan. O con el mundo en su conjunto, como en la extrañamente adictiva y voyeurística Twittervision. Hay incluso quienes nos estamos planteando poner el vínculo en nuestras tarjetas de visita, para dar así más facilidad a quien nos quiera contactar. Es el perfecto reflejo de un mundo cada día más interconectado, en el que saber lo que hacen nuestros amigos ya no exige llamarles, ni interrumpirles, simplemente tenerlos ahí. Simplemente, contacto permanente. Con quien quieras, si la persona quiere, y cuando quieras, si quieres tú.