Menú
Víctor Llano

El circo de la gran trola

Ya no teme que le disparen, lo que hoy le preocupa es que sus enfermeros se "equivoquen" con la Levodopa. No se fía ni de su sombra. Y le sobran motivos. Son muchos los que quieren heredar al máximo líder de los cuatreros multimillonarios.

Siendo ambas execrables, una de las muchas diferencias que pueden existir entre algunas dictaduras y todas las tiranías es que en las primeras se impide a los que se tiene por súbditos participar en política, mientras que en la segundas se les obliga a ser figurantes de un teatro que trata de justificar lo injustificable.

A pesar de que no era más que un niño, recuerdo cómo me regañó mi padre después de que se me ocurriera decirle al buen hombre que me cortaba el pelo que ni mis familiares ni yo acudiríamos al día siguiente al acto que el coma-andante había convocado en la Plaza de la Robolución. Aquella mañana aprendí a callarme. Me lo enseñó el miedo que me inspiraban los que podrían condenar a mi padre a morir en prisión después de acusarle de desafecto y de trabajar para una potencia enemiga.

A pesar de que en Cuba no se puede votar libremente ni al presidente de una comunidad de vecinos, y de que Castro ha reconocido que ya no está para muchos discursos, sus herederos insisten en levantar un circo que califican de proceso electoral y que les sirve para controlar y acongojar un poco más a los que no se atreven ni a decirle a su barbero que el Monstruo de Birán no parece gozar de muy buena salud.

Ahora nos cuentan que dictó una nota en la que reconoció que cuando no era más que un "socialista utópico" se aferró al poder "por un exceso de juventud y de escasez de conciencia". No sé si Castro dictó lo que nos dicen que dictó, lo que les consta a sus víctimas es que nunca fue socialista y que se aferró al poder, entre otros muchos motivos, para que no le mataran.

Siempre le preocupó muchísimo su seguridad. No por gustoHuber Matosno pudo disfrutar de su entrada en La Habana. Su entonces comandante en jefe le pidió que vigilara no fuera que algún desafecto pretendiera dispararle desde un balcón. Sólo así se entiende que cuando disfrutaba de la pesca submarina le acompañara un submarino. No es más que un cobarde con suerte. Tanta, que ya no teme que le disparen, lo que hoy le preocupa es que sus enfermeros se "equivoquen" con laLevodopa. No se fía ni de su sombra. Y le sobran motivos. Son muchos los que quieren heredar al máximo líder de los cuatreros multimillonarios.

En Internacional

    0
    comentarios