En 1954, Lionel Trilling escribió que la mayor parte de la gente de derechas "no se expresan con ideas, sino solamente con acciones o gestos mentales de irritación que intentan asemejarse a ideas". Una de las mayores satisfacciones que tiene ser progre es que puedes despreciar a las personas que no lo son. Sin embargo, a fecha de 1954, la postura despreciativa de Trilling hacia el paisaje intelectual de la derecha se aproximaba dolorosamente a la verdad.
Trilling escribió esto diez años después del histórico contraataque de Friedrich Hayek a la izquierda en su libro Camino de servidumbre. Pero el gran impacto de ese libro se produjo sobre una cifra relativamente pequeña de personas en aquel momento, aunque su influencia se extendiera a lo largo de los años por todo el mundo. Las palabras de Trilling llegaron también ocho años antes del primer libro de Milton Friedman dirigido a una audiencia popular, Capitalismo y libertad, y un cuarto de siglo antes de que Rush Limbaugh diera sus primeros pasos en la radio.
Dicen que siempre está oscuro antes de amanecer. Un año después del desprecio de Lionel Trilling al pensamiento intelectual de derechas, William F. Buckley fundó National Review, la primera de una serie de revistas de opinión de derechas que seguirían después sus pasos. Por resumirlo en pocas palabras, Bill Buckley revitalizó a la derecha con su ingenio, su intelecto y sus inimitables manierismos que lo convertirían en un icono televisivo como invitado de muchos programas, antes incluso de crear su propio programa, Firing Line, que estaría 33 años en antena.
A algunas personas les gusta pensar que fuerzas objetivas modelan la historia, pero la persona adecuada en el lugar adecuado y en el momento preciso puede cambiarlo todo. William F. Buckley fue esa persona, cuando irrumpió en la escena en el nadir del pensamiento de derechas de los años 50.
Había, por supuesto, periodistas de derechas antes de Buckley, incluyendo al incontenible George Schuyler, que empezó a escribir décadas antes de Bill Buckley. Ciertamente, también hubo jugadores que bateaban y conseguían carreras antes de Babe Ruth, pero no tantas ni de lejos. William F. Buckley revolucionó la escena intelectual de la derecha tanto como Babe Ruth revolucionó la manera en que se jugaba al béisbol.
Hoy damos por sentado la existencia de revistas de opinión de derechas como el Weekly Standard, The American Spectator, City Journal y por supuesto National Review. Pero también damos por sentado la existencia de docenas de programas de radio de derechas, encabezados por Rush Limbaugh y Sean Hannity, así como columnistas como Charles Krauthammer, George Will y muchos otros. Pero estas cosas no suceden porque sí. Alguien tuvo que abrir el camino y ese alguien fue William F. Buckley.
La diferencia hoy es más que cuantitativa. La manera en la que funcionan los medios de izquierdas es muy distinta, ahora que hay un entorno mediático conservador que, pese a no ser tan grande, tiene el tamaño suficiente como para pinchar las presunciones de los progres y evidenciar lo que encubren.
Hubo una época en la que la versión de Walter Cronkite de lo que estaba sucediendo en Vietnam era suficiente para forzar un cambio político aún más desastroso que la ofensiva comunista que Cronkite presentó como una gran derrota para las fuerzas militares norteamericanas cuando en realidad el ejército norteamericano infligió una aplastante derrota a las guerrillas comunistas. Imagine qué final tan distinto habría tenido la guerra –cuántos millones de personas en el sureste de Asia podrían no haber sido masacradas por sus gobiernos comunistas– si hubiera existido un contingente apreciable de periodistas de derechas que contaran cosas distintas a las que nos decían Walter Cronkite y los medios progres.
De la misma manera, piense en el éxito que el sucesor de Cronkite, Dan Rather, podría haber cosechado con sus documentos falsos sobre el servicio en la Guardia Nacional del presidente Bush, dada a conocer en vísperas de las elecciones del 2004, si el fraude no hubiera quedado inmediatamente en evidencia gracias a la derecha en internet, en la radio y en la prensa.
Además de sus propias contribuciones personales a la diversidad intelectual de la vida norteamericana, el carácter pionero de William F. Buckley despejó el camino a muchos otros, que pudieron así hacer enormes aportaciones a nuestra diversidad intelectual, el único tipo de "diversidad" que parece desagradar a los progresistas, especialmente en nuestras universidades.

