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Marcelo Birmajer

Un triunfo contra el terror

También hoy, apenas unos días después de la liberación de los rehenes colombianos y norteamericanos, escuchamos y leemos críticas contra los protagonistas de esta gesta por los derechos humanos.

Quienes defendemos los sistemas democráticos, las garantías civiles y la libertad de expresión en el mundo, pocas veces atestiguamos victorias presentes que convaliden públicamente nuestro pensamiento como la que nos ha brindado el presidente Álvaro Uribe el pasado 2 de julio de 2008, con la liberación incruenta de quince rehenes secuestrados y mantenidos en cautiverio desde hacía más de un lustro por el grupo narcoterrorista FARC.

Habitualmente, los defensores de la democracia suelen trabajar contra la incomprensión mayoritaria de las academias y los medios de prensa, y sólo ven refrendadas sus batallas teóricas luego de cruentas guerras que podrían haberse evitado con sólo un consenso intelectual favorable. Bástenos pensar cuánto menos pudo haber durado el cautiverio de estos quince rehenes y de los centenares que aún continúan cautivos si tan sólo la mayoría de los intelectuales de supuesta izquierda del mundo occidental hubieran reclamado su liberación incondicional, tal como hace por estos días el dictador de Cuba, Fidel Castro.

Las palabras "presente" y "públicamente" no son meros acompañamientos en el primer párrafo de este artículo. La victoria proporcionada por el presidente Uribe a la democracia, a nivel mundial, es señaladamente inusual, porque es reconocida en nuestro tiempo, evita muertes innecesarias y además goza de un consenso generalizado, tanto por parte de sus seguidores como por sus anteriores detractores. El islamofascista Hugo Chávez, actualmente presidente electo de Venezuela, luego de haber fracasado su asonada militar contra el presidente democráticamente electo Carlos Andrés Perez, y el dictador Fidel Castro han manifestado públicamente su apoyo al exitoso operativo de las fuerzas armadas colombianas mucho antes que sus fanáticos, que han quedado descolocados.

En este punto, y por mera vanidad, quiero congratularme por haber publicado en estas mismas páginas virtuales hace aproximadamente medio año un artículo, titulado "Uribe contra el terror", donde defendía al presidente colombiano cuando todos los resultados estaban trágicamente abiertos y jugársela por Uribe era más un riesgo que una apuesta segura para cualquier columnista. Es cierto que los columnistas no arriesgamos más que nuestra legitimidad como tales, pero una vez que podemos festejar algo, aprovechemos incluso para festejar nuestros modestos e inocuos aciertos.

En los últimos 22 años, la nación estadounidense ha estado viviendo su festejo del Día de la Independencia con regalos especiales por parte de dos aliados que comparten sus valores: el 3 de julio de 1976, a las 23 horas, el comando israelí liderado por Yoni Netanyahu –quien perdió la vida en este combate– liberaba a los rehenes apresados en el aeropuerto de Entebbe, Uganda, por los islamofascistas palestinos del Frente Popular para la Liberación de Palestina y dos aliados del grupo neonazi de izquierda alemán Baader Menhoif, y los llevaba de regreso, sanos y salvos, a la Tierra de Israel. La nación estadounidense celebró este prodigio en medio de su propia fiesta. Pero en la ONU los satélites soviéticos y sus esclavos africanos criticaron acerbamente al Estado de Israel. Con involuntario y patético humor acusaron al Estado Judío de haber "violado" la soberanía ugandesa, del mismo modo que 22 años más tarde se criticaría al presidente colombiano, casi hasta un extremo bélico en el caso de Chávez, por defender a su pueblo eliminando al narcoterrorista Reyes en territorio ecuatoriano.

También hoy, apenas unos días después de la liberación de los rehenes colombianos y norteamericanos, escuchamos y leemos críticas contra los protagonistas de esta gesta por los derechos humanos.

Algunos críticos, los antinorteamericanos y antisemitas –siempre de la mano– intentan desmerecer el operativo Jaque indicando una participación norteamericana e israelí. Personalmente, desconozco las implicaciones de estas dos naciones democráticas en el brillante operativo colombiano. Pero, en caso de que así fuera, ¿en qué desmerece esta colaboración la rotunda victoria de Uribe? Al contrario: ojalá hubiera más a menudo emprendimientos conjuntos que salvaran rehenes y debilitaran grupos narcoterroristas. No creo que los israelíes se consideraran en menos si algún Estado del mundo colaborara con ellos para debilitar a las organizaciones terroristas que minuto a minuto atentan contra la existencia del Estado de Israel. Por el contrario, esta colaboración haría el mundo más seguro para todos. La colaboración para salvar vidas humanas no es una injerencia perniciosa, sino el más legítimo de los motivos para estrechar relaciones entre Estados democráticos y soberanos. Ojalá los integrantes de las Naciones Unidas pudieran ponerse operativamente de acuerdo en este aspecto. De modo que si, como paradójicamente "acusan" los antinorteamericanos y los antisemitas, EEUU e Israel, ya sea estatalmente o por medio de sus ciudadanos privados, algo han tenido que ver en este rescate, no cabe más que extender las felicitaciones a estos dos países o a sus ciudadanos implicados.

Otra de las "acusaciones" es que se "pagó" para liberar a los rehenes. El primer aspecto "farcesco" (neologismo de mi autoría que vincula la farsa con las FARC) de este argumento es que los mismos que los esgrimen defendían, previo al operativo Jaque, todo tipo de capitulaciones para liberar solamente a Ingrid Betancour: que el ejército colombiano entregara a las FARC centenares de kilómetros cuadrados de soberanía colombiana, que les pagaran, que liberaran a miles de narcoterroristas colombianos, etc., etc. Pero cuando efectivamente el ejército de Colombia, democráticamente dirigido por el presidente Uribe, libera a los rehenes sin disparar un tiro, se escandalizan porque suponen que algún dinero fue a parar a las manos de algún integrante de las FARC. Por la lectura de los diarios, hay algún asidero en la idea de que se haya sobornado a uno o más de los narcoterroristas de las FARC para que colaboren con el ejército de Colombia. Hay que decir que ningún operativo de ninguna agencia de inteligencia de ningún país democrático ha podido descartar nunca esta clase de sobornos. A los informantes hay que pagarles. En Colombia, en Estados Unidos y en la China. Así funciona el asunto. Reitero que no tengo la menor idea de si esto ha sucedido o no, pero en caso de que, como "acusan", efectivamente hayan pagado millones dólares al narcoterrorista César para que traicione a sus camaradas, ¿cuál es el escándalo? Es mucho más barato que los funerales de cualquier rehén. Sigue siendo una obra de arte del rescate. No hay nada que empañe ni esmerile la imagen de Uribe si recurrió a sobornar a un narcoterrorista para que traicione a la organización narcoterrorista.

No hay ninguna relación entre sobornar a un narcoterrorista y cederle a las FARC la soberanía de Colombia. En un caso, se está desarticulando a la organización; en el caso de la retirada, se la estaría reforzando.

Sólo nos queda por analizar un enigma real. ¿Debe o no debe el presidente Uribe, según un punto de vista democrático, aspirar a un tercer mandato? Por un lado, la historia indica que en las jóvenes y frágiles democracias latinoamericanas lo mejor es la alternancia. Que toda reforma constitucional para permitir sucesivas presidencias de un mismo individuo favorecen más al individuo en cuestión que a la Nación. Pero en oposición a este argumento, que es el primero que viene a mi mente cuando evalúo el tema, aparece la salvedad de que Colombia atraviesa una situación de guerra. Los norteamericanos eligieron a Roosevelt no sólo hasta salir del crack del 29, sino hasta vencer a los nazis. Uribe no sólo está librando, sino que está ganando una guerra fundamental para Colombia, para Latinoamérica y para el mundo libre. ¿Es ésta la situación de emergencia en la que necesitamos del mismo líder hasta su resolución, o por el contrario es la situación de emergencia donde, precisamente, se debe demostrar la sabiduría de la alternancia en el poder? Dejo la respuesta a algún analista, preferentemente colombiano, poseedor de la agudeza que me falta.

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