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Fundación Heritage

El acuerdo antimisiles con la República Checa

Las ambiciones de países como Irán, Corea del Norte y quizá incluso Venezuela, despiertan una gran inquietud. Además, Rusia y China están invirtiendo en sus arsenales nucleares.

Esta semana tenemos buenas noticias de Europa. La causa de la defensa antimisiles dio un importante paso adelante cuando la Secretaria de Estado Condoleezza Rice aterrizó en la República Checa para firmar un acuerdo en virtud del cual los checos albergarán un sistema de radares que se convertirá en parte del sistema de defensa antimisiles de Estados Unidos. El convenio firmado en Praga representa un avance hacia un mundo más seguro. El Gobierno checo merece que se le elogie por su firmeza en el cumplimiento de sus compromisos con Estados Unidos.

Otra pieza del sistema, una batería de 10 interceptores antimisiles, continúa siendo estudiada por el Gobierno polaco, que la albergaría en su territorio. Las negociaciones con Polonia han sido más difíciles debido a las duras condiciones polacas, que incluyen un importante paquete de ayuda para la transformación de sus fuerzas militares y un sistema móvil de defensa aérea valorado en mil millones de dólares.

Las declaraciones del ministro de Defensa polaco el mes de junio indicaban que se había llegado a un acuerdo con Washington, pero las señales han sido ambiguas, lo que sugiere otro punto muerto. Mientras tanto, el Gobierno de Lituania, país contiguo a Polonia y viejo rival histórico, ha sugerido que estaría dispuesto a ofrecer su territorio si el acuerdo con Polonia fracasase. Esta posibilidad es una alternativa viable.

Para la administración saliente del presidente Bush, inmersa en sus últimos 6 meses de mandato, el avance en la consecución de un tercer emplazamiento para la defensa antimisiles en Europa es un momento importante. Los 2 primeros emplazamientos en Alaska y California, que protegen la costa oeste de Estados Unidos, también se lograron con dificultad debido a la dura oposición política interna, y desde luego a los escépticos que todavía sostienen que el sistema nunca funcionará.

Que este proyecto siquiera haya surgido se debe al esfuerzo de la Casa Blanca de Bush, una de cuyas primeras iniciativas políticas fue retirarse del anacrónico Tratado de Misiles Antibalísticos (ABM). Fue un acto político valiente. Después de que la administración Reagan hiciera el trabajo inicial, la administración del primer presidente Bush abandonó la causa  de la defensa antimisiles. Durante los años de Clinton, el proyecto cayó en el olvido más profundo.

Un tratado firmado con la Unión Soviética durante la Guerra Fría prohibía a ambos países signatarios construir sistemas de defensa antimisiles en aras de la preservación del carácter absoluto de la disuasión nuclear basada en la destrucción mutuamente asegurada (de todas formas, los soviéticos nunca cumplieron el tratado en realidad). Sin embargo, como la Unión Soviética ya había desaparecido cuando Bush juró su cargo, el presidente sostuvo de forma razonable que Estados Unidos ya no estaba obligado a cumplir las cláusulas del tratado. Muchos europeos se preguntan a cuento de qué viene todo en el mundo actual, ahora que la perspectiva de un protector cubriéndolos también a ellos se ha convertido en algo un poco más cercano a la realidad. Como sucede con frecuencia hoy en día, las percepciones de amenaza en Estados Unidos y Europa difieren ampliamente. 

A diferencia de lo que sucede en Estados Unidos, en Europa hay poco debate –si es que éste se produce– sobre los peligros que plantean el terrorismo, las armas de destrucción masiva o la proliferación de misiles balísticos. Aunque viven sitiados por una demografía decreciente, bajos índices de crecimiento económico e importantes problemas culturales y sociales debidos a sus crecientes poblaciones musulmanas, los europeos se sienten generalmente contentos y en paz con el mundo, habiendo entrado en lo que muchos creen que es la fase final de la Ilustración dentro del abrazo acogedor de la Unión Europea. Los europeos creen que son el modelo a seguir por el resto del mundo. Por supuesto, se trata de un mundo que en realidad no se parece mucho a su bien cuidado huerto.

Pero sucede justo lo contrario. La proliferación de misiles balísticos y nucleares es uno de los problemas más graves que el mundo tiene que afrontar  en el siglo XXI. Los sistemas de defensa antimisiles, que no conllevan ningún aspecto agresivo ni tienen ojivas, son iniciativas razonables, en realidad preventivas, para hacerle frente a la creciente complejidad internacional, así como a la inestabilidad global. Las ambiciones de países como Irán, Corea del Norte y quizá incluso Venezuela, despiertan una gran inquietud. Además, Rusia y China están invirtiendo en sus arsenales nucleares, motivo por el cual los planes de defensa antimisiles de los EE.UU. resultan muy relevantes.  

El legado del presidente Bush será decisivo para la próxima  administración norteamericana. Las exigencias del Congreso para que se el sistema pase por pruebas adicionales podrían retrasar el despliegue hasta 2013. Aunque John McCain ha señalado que él apoya la defensa antimisiles, a lo más que ha llegado Barack Obama es a mostrar una actitud vacilante. Por lo tanto, urge que la administración Bush siga adelante con la defensa antimisiles durante sus últimos meses en el poder.  A este respecto, celebrar el progreso logrado en la República Checa esta semana es muy pertinente.

 

©2008 The Heritage Foundation
* Traducido por Miryam Lindberg

Helle Dale es directora del Centro Douglas y Sarah Allison para Estudios de Asuntos Exteriores y de Defensa de la Fundación Heritage. Sus artículos se pueden leer en el Wall Street Journal, Washington Times, Policy Review y The Weekly Standard. Además, es comentarista de política nacional e internacional en CNN, MSNBC, Fox News y la BBC.

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