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Hernán Felipe Errázuriz

Otras caras de la crisis

Peor lo pasarán los países latinoamericanos que siguen discursos populistas. No tendrán los recursos para mantener a sus electores e intentarán refugiarse en la inflación, los subsidios y la retórica de las conspiraciones capitalistas y del imperialismo.

Chile está mejor preparado que la mayoría de los países para la crisis económica. Nos ayuda la disciplina fiscal, que se mantiene desde el Gobierno militar. Los ministros Eyzaguirre y, especialmente, Velasco fueron más lejos: generaron importantísimos superávits. Merecen reconocimiento y aún más sus presidentes, pues, como decía el ministro De Castro, en las grandes medidas económicas, la decisión es del presidente de la República.

Existen recursos privados fuera del país. Si se les dan incentivos fiscales, regresarían, reforzarían la economía y el precio de las acciones y de los fondos mutuos y de pensiones. Lo mismo se obtendría si se facilita la compra de acciones por parte de los gestores. En las crisis globales, la información privilegiada es irrelevante.

Los bancos chilenos son sólidos y están bien fiscalizados. Ahí no debería estar el problema. Hay medios públicos para atenuar razonablemente las restricciones crediticias. Lo ha dicho el presidente del Banco Central. El riesgo es que los bancos no presten y se dediquen a las inversiones seguras, y eso está sucediendo. A las empresas hay que permitirles que usen sus saldos de cajas para financiarse.

Aprendimos de nuestra propia crisis de 1982. Ahora, como entonces, las autoridades y dirigentes nacionales actúan con agilidad y decisión. Distinto es lo que sucede en Europa y los Estados Unidos. Norteamérica demoró y politizó el inevitable rescate financiero. La Unión Europea ha sido incapaz de dar una respuesta conjunta y oportuna. Una crisis de esta envergadura requiere acciones colectivas, rápidas y sustantivas. Peor lo pasarán los países latinoamericanos que siguen discursos populistas. No tendrán los recursos para mantener a sus electores y harán lo de siempre: intentarán refugiarse en la inflación, los subsidios y la retórica de las conspiraciones capitalistas y del imperialismo.

Nada, en cambio, podemos hacer para evitar la desaceleración internacional. Ya hemos recibido sus efectos con la abrupta caída en el precio del cobre. Para ello no hay coberturas internas posibles. Lo que aún no hemos visto, y vendrá, son las presiones proteccionistas. Los países industrializados buscarán establecer barreras financieras y comerciales para defender a sus trabajadores, producciones y mercados. El proteccionismo viene, y si es elegido Barack Obama, con más fuerza. Ha anunciado que renegociará los tratados de libre comercio.

La iliquidez y el estancamiento tendrán que sortearse en un futuro razonable. Pero hay instrumentos para atenuar los perjudiciales efectos de la crisis.

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