No os comprendo, la verdad. El comentario de coitadin es representativo de la confusión que estáis creando. A raíz de vuestros artículos muchos pensarán que la SGAE quiere cobrar derechos por la obra de Lope, o que se paga dos veces, una al adaptador y otra a la SGAE.
Y mientras tanto, la casa sin barrer: no hay visos de un debate serio sobre la cuestión. A la izquierda no se la espera, porque antes tendría que aprender los fundamentos y eso supondría dejar de ser izquierda. Y la derecha ha renunciado a analizarlo seriamente porque, para una vez que tiene la corriente del sentimentalismo popular de su parte, quiere gozar del viento de la demagogia en la cara.
Los mismos que crucificaban a Esperanza Aguirre por sus concesiones socialistas en pro de la gobernabilidad y el acercamiento al liberalismo, en este asunto se permiten toda bajeza intelectual para ganar el aplauso del día.
Este es un país de locos donde algunos vivales se aprovechan de los demás. Vamos a ver, ¿pero Fuenteovejuna no es ya una obra de dominio público, es decir, propiedad intelectual de todos los españoles?
¿Quién ha dado autorización al adaptador para retocar la obra y cobrar?
¿Cómo es que la SGAE también quiere dinero? ¿Quién fija las cantidades
requisadas? ¿A dónde van a parar?
Estoy con Jas.
Dani, eres un brillantísimo articulista pero creo que aquí se está generando mucha confusión.
Las obras clásicas no tienen derecho de autor asociado. La obra clásica se convierte por tanto en un patrimonio de la Humanidad.
Si un autor contemporáneo hace una versión de la obra clásica, esta nueva obra versionada, no así el clásico original, puede estar sujeta a derechos de autor, siempre que la SGAE, o chiringuito equivalente, demuestre que está en su repertorio de obras protegidas.
Pero ése no es el meollo del asunto.
El núcleo de todo es que una entidad privada cobra algo muy parecido a un tributo público (cosa ilegal), por la cesión de un supuesto derecho a la copia privada que cada vez está más vacío de contenido.
La punta de lanza del ataque debería ser obligar a auditar minuciosamente a la SGAE (y similares), y demostrar que existe ánimo de lucro y múltiples irregularidades.
A continuación habría que implementar un mecanismo claro para saber cuáles son las obras que la SGAE tiene en su repertorio de obras protegidas y comprobar si está cobrando derechos precisamente por esas obras.
Después eliminar la compensación por copia privada con ayuda de un partido que abandere la propuesta.
Si demonizamos a la SGAE dando información confusa o incompleta, acabaremos pagándolo a largo plazo.
Ya ha pasado esto. No hace mucho leí en una revista que la SGAE había hecho una intromisión ilegal en un domicilio. Resultó que el relato era casi todo mentira y la SGAE obligó a la revista a publicar una rectificación en el siguiente número.