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Álvaro Vermoet Hidalgo

Los fines de la educación

La instrucción pública se trataría, por tanto, de un instrumento que pretende elevar el nivel cultural de la población, transmitiendo las herramientas que permitan a cada ciudadano ser libre y autónomo.

El siguiente artículo ha sido solicitado al autor por los oyentes de Es la Mañana de Federico.

Las ideologías intervencionistas siempre han utilizado la política educativa, cultural y lingüística para la construcción de identidades. Lo vemos con la manipulación nacionalista de la historia en las autonomías gobernadas por el nacionalismo, lo vemos en las escuelas islamistas que Arabia Saudí ha abierto en toda Europa y lo vemos en la ideologización progre de la enseñanza (Educación para la Ciudadanía, etc.). Frente a ello, nos preguntamos qué modelo educativo deberíamos defender los liberales (conocimientos abstractos, enseñanzas técnicas...).

Hay quienes sostienen que los liberales debemos apoyar una desregulación de toda la educación, dejando que sea el mercado el que organice el sistema educativo en función de las necesidades de la economía. Pero todos los grandes autores liberales, empezando por Adam Smith y siguiendo por Condorcet, han defendido la instrucción pública como una herramienta del Estado liberal destinada a la promoción social, es decir, a que sea la selección basada en el mérito y no en el dinero la que determine las oportunidades de futuro de cada alumno. Se trataría, por tanto, de un instrumento que pretende elevar el nivel cultural de la población, transmitiendo las herramientas que permitan a cada ciudadano ser libre y autónomo (leer, escribir, hacer operaciones matemáticas básicas...) y servir como "ascensor social", haciendo que la cultura y la instrucción lleguen a toda España. Esta instrucción debería preparar "maestrías" o enseñanzas técnicas en algunos casos y ofrecer vías más académicas en otros, de tal forma que resulte útil a toda la población y permita una auténtica igualdad de oportunidades en toda la Nación, se nazca donde se nazca y con independencia de los medios económicos.

Finalmente, los liberales que creemos en España como Nación liberal, como espacio de igualdad y libertades ciudadanas por encima de etnias, religiones y nacionalidades, debemos defender la utilidad de la Instrucción pública nacional para garantizar la continuidad histórica de España y que la enseñanza de nuestra lengua y nuestra cultura llegue a todos, frente a los delirios nacionalistas que no hacen sino minar la igualdad de oportunidades.

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