Más triste aún será la que venga después: tras pasarnos la vida trabajando para Hacienda, contando céntimos de euro en la cola del supermercado y despotricando contra los políticos, seremos pasto de los gusanos.
¡qué triste la verdad política!
Aún peor que la verdad económica.
Ni van a decir la verdad ni tampoco echarán a uno de ellos al menos: a Rajao. Al iluminado, tal vez y en función de los próximos resultados electorales (autonómicas y locales) y la situación coyuntural.
Tampoco se vislumbra que los posibles sucesores de los actuales líderes (éstos, sin duda, no lo están) estén por la labor de emprender la regeneración integral que tanto necesita el país: política, institucional, social, económica, educativa, ....