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Los malvados gringos y la mina chilena

El rescate es mucho más que una noticia pasajera de interés humano: se debería ver como un momento didáctico acerca de lo que es posible cuando todos los elementos que forman parte de una sociedad libre se juntan para alcanzar una estratégica meta común.

El exitoso rescate de los 33 mineros chilenos atrapados durante 69 días ha generado una corriente de regocijo y triunfo en todo el mundo. Los propios mineros se merecen nuestras más sinceras felicitaciones por saber mantener la disciplina y su fe al igual que los ingenieros, científicos y funcionarios del gobierno chileno que supieron coronar con éxito esta osada operación.

Parte del éxito le corresponde también al presidente de Chile, el conservador Sebastián Piñera, cuya capacidad para gestionar crisis quedó demostrada con la impresionante recuperación de su nación después del terremoto del 27 febrero. Como destacaba el periódico The Wall Street Journal:

Los observadores dicen que algo en la innovación y gestión refleja los antecedentes de Piñera como empresario multimillonario y director de una próspera aerolínea. Piñera se jugó el todo por el todo para rescatar a los mineros y por ello un politólogo lo denominó "el minero número 34", sugiriendo así que su propio destino estaba ligado al de aquellos hombres bajo tierra.

Ésta también es una buena oportunidad para recordar que los chilenos se enorgullecen con justa razón de su robusta economía de libre mercado, espíritu emprendedor, sólida democracia pluripartidista y brillante expediente de gestión de gobierno. Estos son los elementos que sentaron las bases e hicieron posible que el rescate fuera todo un éxito.

Y también es una buena oportunidad para agradecer la colaboración de los miembros del equipo de rescate de Estados Unidos. Felicitaciones a Jeff Hart, veterano ingeniero en perforaciones que estaba trabajando en Afganistán cuando la mina se derrumbó; a la pequeña compañía estadounidense que facilitó la barrena de perforación, a los científicos de la NASA que usaron lo aprendido en el programa espacial para ayudar a diseñar el vehículo de escape y a Cupron, Inc. de Richmond, Virginia, que suministró calcetines cuyas suelas tejidas con fibra de cobre eliminan las bacterias de los pies y minimizan el mal olor y las infecciones.

El trabajo de los socios norteamericanos dentro del marco de la sólida amistad entre Estados Unidos y Chile contrasta enormemente con la narrativa imperante sobre los malvados y voraces gringos que promueven líderes antiamericanos como Hugo Chávez y Fidel Castro. Puede que el éxito del rescate también produzca alguna úlcera en Washington, donde con demasiada frecuencia reina el politiqueo y la incompetencia burocrática. La web de ABC News informaba que: "Francamente, Chile lo ha hecho mucho mejor que nosotros últimamente en Estados Unidos organizando y movilizando eficientemente todos los recursos, ya sea de gobiernos extranjeros o de organizaciones del sector privado de todo el mundo", decía Daniel Kaniewski, subdirector del Instituto de Política de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington.

El rescate es mucho más que una noticia pasajera de interés humano: se debería ver como un momento didáctico acerca de lo que es posible cuando todos los elementos que forman parte de una sociedad libre se juntan para alcanzar una estratégica meta común.

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