Menú
Ignacio Moncada

Mourinho en el Consejo de Ministros

Zapatero está convencido de que para corregir el descalabro que indican las encuestas, y que amenaza con hacer del PSOE un partido minoritario, lo que hay que hacer no es combatir la crisis económica, sino reforzar la propaganda.

Los gobiernos de Zapatero siempre mezclan la política de diseño y el premio a la incompetencia. A Trinidad Jiménez, por ejemplo, se le recompensa su enésima derrota electoral con la cartera de Asuntos Exteriores. A Leire Pajín, que querían quitársela de en medio por su nefasta gestión a los mandos del PSOE, qué menos que darle el Ministerio de Sanidad. Ramón Jaúregui, uno de los protagonistas de la derrota socialista en las elecciones europeas, se lleva una cartera de consolación. Y al nuevo ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, para que se vaya acostumbrando, se le obliga a empezar su labor en plena contradicción: se le nombra el ministro encargado de aplicar la reforma laboral tan sólo unos días después de ser fotografiado en la manifestación que pedía la inmediata retirada de tan lesiva reforma.

El presidente baraja a sus ministros como el trilero pasa la bolita entre cubilete y cubilete. El objetivo también es el mismo: tratar de que el espectador se pierda. En este baile ministerial de diseño, lo fundamental es el nombramiento de Rubalcaba como vicepresidente primero y portavoz del Gobierno. En palabras de Zapatero, el objetivo de la remodelación es reforzar la comunicación del Gabinete. Es muy significativo que cuando un partido político en el poder sufre un descalabro electoral después de incrementar la pobreza de los ciudadanos con nefastas políticas económicas, suele alegar que lo que han cometido son algunos errores de comunicación. Que aunque hayan llevado al Estado al borde de la suspensión de pagos y hayan sumido el país en el desempleo, el problema es que no se han sabido explicar.

Zapatero parece buscar un efecto Mourinho mal entendido, que es tratar de alcanzar el éxito desde las ruedas de prensa. Porque el éxito de Mourinho, aunque parezca lo contrario, no reside en la supremacía mediática, sino en un gran trabajo técnico y en la obtención de resultados en el campo. Zapatero está convencido de que para corregir el descalabro que indican las encuestas, y que amenaza con hacer del PSOE un partido minoritario, lo que hay que hacer no es combatir la crisis económica, sino reforzar la propaganda. Van a renunciar por completo a toda medida liberalizadora de la economía, y, mientras continúan con su estatismo liberticida, van a poner todo su empeño en buscar chivos expiatorios desde los micrófonos. Si Mourinho estuviera en el Consejo de Ministros, le mostraría a Zapatero que la prioridad no es la comunicación, sino que la economía funcione.

En España

    0
    comentarios