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Alberto Gómez

Que nos dejen en paz

A estas alturas está clara la victoria del espíritu de los primeros norteamericanos sobre la élite política, cultural y económica que trata de afianzar su chiringuito al otro lado del charco, en su país.

Quizá los pueblos en épocas de dificultad vuelven a los orígenes y los de EEUU son muy buenos para la libertad cuando esta se encuentra amenazada. Como Suiza, que hace poco prohibió los minaretes como si tal cosa, los EEUU son un país formado por huidos de persecuciones políticas y religiosas, hartos de unas élites europeas entronizadas a sí mismas con las más variadas excusas. Y lo bueno es que a los pueblos nacidos así se la trae al pairo lo que digan sus élites y no digamos ya lo que opinemos los demás. A estas alturas está clara la victoria del espíritu de los primeros norteamericanos sobre la élite política, cultural y económica que trata de afianzar su chiringuito al otro lado del charco, en su país. Al menos, por esta vez.

El detonante de esta reacción ha sido Barack Obama, un radical de izquierdas durante toda su vida, con un paréntesis patriota y populista durante las elecciones, que no se ha privado en llamar "enemigos" a los que se oponían a sus reformas socializantes. Obama está en realidad cerca de los que diseñan para todo el mundo la nueva agenda radical de la izquierda, que sale calentita de las universidades norteamericanas. Al fin y al cabo, ¿de dónde emerge cualquier cosa desde hace décadas que no sea de EEUU?

Por más que tengamos la percepción absurda de que ésas son cosas de Zapatero, los más prominentes ecologistas salvaplanetas, los más furibundos abortistas eugenesistas, los más decididos partidarios de las políticas de género son asesores de Obama. Obama es ese candidato para el que impartir educación sexual en los parvularios es the right thing to do. Libertad Digital ha ido dando cuenta de las agendas radicales de los asesores de Obama y por tanto, del propio Obama.

Durante las épocas de fracaso revolucionario –como ocurre después de la caída del Muro–, la estrategia es infiltrar los partidos socialdemócratas y uno de los muchos radicales que influyeron en Obama así lo afirmaba. Ni la izquierda consiste sólo en intervenir los mercados ni la amenaza contra la libertad acabó con el comunismo. Mucha más intervención económica hubo durante la Gran Depresión, pero no se vulneró como ahora la libertad de conciencia o el derecho a discrepar con una descalificación tan absoluta y letal para la vida social como es la de ser declarado reo de incorrección política. Y la corrección política, ¿qué es más que una construcción ideológica de las élites que ni se entiende ni se puede conseguir sin un control sin precedentes sobre los aparatos educativos, políticos y comunicativos?

Afortunadamente, el Tea Party no sólo reacciona contra la deriva económica. Bienvenida sea la victoria de ese pueblo de emigrantes que quieren que les dejen de nuevo en paz.

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