Desde los primeros momentos de su gestación, el régimen ha proyectado una andadura confederal. No un Estado federal, sino una confederación de Estados vinculados por la Zarzuela.
Durante la discusión constitucional, nuestro amado rey hizo llegar una propuesta de vinculación especial de "Euzkadi": no con España, sino con la Corona. Suárez pudo parar el golpe y a través de Herrero de Miñón, puso sobre la mesa lo de las "nacionalidades", que de momento contentó al monarca. Las "nacionalidades" y el letal artículo 150.2 nos han llevado a donde ahora estamos.
Vamos de modo imparable hacia la dislocación confederal y, por ende, asimétrica. Tiene razón el Sr. García Rodríguez cuando afirma que los nacionalistas catalanes jamás aceptarán el federalismo. Pero tampoco los vascos, ni los gallegos, ni los canarios. Ni el PSOE ni, por tanto, el PP, que camina hacia una CEDA.
Por otra parte, en muchos aspectos ya nos hallamos en una situación de facto federal. En la distribución del gasto, por ejemplo. Y en cuanto a competencias, son mayores las de la comunidad autómoma extremeña que las de los "Estados" que componen muchos regímenes federales. Por lo que se refiere a los Estados federales serios, como Alemania, se encaminan hacia una creciente centralización.
España se encamina a la voladura en pedazos y no hay discurso federal que pueda evitarlo. En medio de los escombros, quizá sea ocasión de recordar la inmortal ranchera de José Alfredo Jiménez: "Ya lo ves como el destino todo cobra y nada olvida...".
No hemos querido pagar el precio de una buena pasada por la república jacobina y así nos ha ido.
En un lejano futuro quizá vuelva la ocasión de pagar esa deuda histórica. En caso de seguir vivo, aunque soy un afrancesado impenitente, estaría dispuesto a una concesión al casticismo. En vez de guillotina, garrote.

Sr. García Domínguez: Algunos comentaristas a su artículo precedente le hemos manifestado nuestras reticencias a su tesis sobre el federalismo simétrico, tal como Vd preconiza. Mi creencia es que ese federalismo teórico, igualitario interterritorialmente, que parece funcionar bien en otras latitudes y entre otros pueblos, no sería posible entre nosotros. Partiendo de los niveles de descentralización económica y social desde donde partiría, sería ya asimétrico desde el principio y estaría sometido a pulsiones asimétricas permanentes. El Senado como cámara territorial sólo serviría, a mi parecer, para exacerbar pretendidos agravios interterritoriales. En cuanto a la sensibilidad a la cafeína de los catalanistas, totalmente de acuerdo. Con afecto.