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¿Posibles avances?

Si se confirma que ahora el Gobierno marroquí habría propuesto al Frente Polisario recuperar, aunque con algunos matices, lo esencial del Plan Baker Modificado, podríamos recuperar la esperanza en cuanto a un desbloqueo de las negociaciones.

En medio de la vorágine que se vive en las últimas semanas en todo el norte de África, con las revueltas en Túnez y Egipto atrayendo gran parte de la atención internacional y regional, están pasando desapercibidos algunos acontecimientos relacionados con el Sáhara Occidental que podrían ser positivos de cara a un desbloqueo de este conflicto. 

Uno es la cercanía de la fecha de expiración, el 27 de febrero, del Acuerdo de Pesca vigente entre la Unión Europea y Marruecos. Lo novedoso ahora sería –siempre que se confirme– que siguiendo los deseos de la comisaria de Pesca, la griega Maria Damanaki, se excluyeran del próximo Acuerdo a negociar las aguas del banco sahariano, siendo con ello escrupulosamente respetuosos con el Derecho Internacional. Aunque ello perjudicaría en buena medida a los pesqueros españoles –que constituyen el grueso de los barcos comunitarios que pescan en virtud del Acuerdo con Marruecos– permitiría a la UE volver a respetar la coherencia jurídica. Algo en lo que dan ejemplo los EEUU, que en 2004 rechazaron incluir en su Acuerdo de Libre Cambio con Marruecos el territorio ocupado por éste del Sáhara Occidental. Esto sería un paso innovador con respecto a un conflicto no resuelto en el que casi nos hemos acostumbrado a que nada cambie. Por de pronto, y desde un Parlamento Europeo que debe de dar su confirmación a los acuerdos de este tipo firmados con países terceros, los servicios jurídicos del mismo ya están cuestionando también el Acuerdo Agrícola con Marruecos por la inclusión que hace igualmente de la parte del territorio de la ex colonia española bajo ocupación marroquí 

El segundo es la paralización de la expulsión de 15 saharauis llegados en patera a Fuerteventura el 5 de enero, que pidieron asilo político en España al alegar que Marruecos les perseguía en relación con su participación en la construcción del campamento de Agdaym Izik, arrasado a fines de 2010 por las fuerzas de seguridad marroquíes. Dichos saharauis recurrieron al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, del Consejo de Europa, y este ha decidido estudiar el asunto por lo que el Gobierno de Zapatero no puede expulsarlos por ahora.

Finalmente, destacaremos que tras haberse celebrado en los días 22 y 23 de enero una nueva ronda de negociaciones informales entre marroquíes y saharauis en Manhasset, cerca de Nueva York, parece que aquí también el "efecto Agdaym Izik" comienza a notarse. Se ha dicho que los disturbios generados por la disolución violenta de dicho campamento, unidos a la constitución del campamento en sí y a violencia que sacudió El Aaiún durante días, habrían conseguido dinamizar algo el habitualmente inmovilizado dossier del Sáhara Occidental. Si se confirma que ahora el Gobierno marroquí habría propuesto al Frente Polisario recuperar, aunque con algunos matices, lo esencial del Plan Baker Modificado –que los esfuerzos diplomáticos del Gobierno de Aznar consiguieron que fuera aprobado por el Consejo de Seguridad de la ONU en diciembre de 2003– podríamos recuperar la esperanza en cuanto a un desbloqueo de las negociaciones y a la posibilidad de un arreglo futuro. Dicha vía implica la renuncia a posiciones maximalistas por ambas partes, incluye las dos figuras prioritarias para marroquíes y saharauis –autonomía (aunque temporal) y referéndum– y es un esfuerzo imaginativo con el que quizás se podría comenzar a ver la luz al final del túnel de este conflicto que Marruecos lleva bloqueando.

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