Como mínimo, mencionar que en la heráldica el color amarillo no se denomina "gualda" sino "oro".
Oro y plata (amarillo y blanco) son los dos colores que se denominan "metales" en la terminología heráldica, mientras que otros colores se denominan "esmaltes". A ello se refiere una norma heráldica que indica: "No metal sobre metal, no esmalte sobre esmalte" (las figuras -muebles- y el fondo -campo- no pueden sea ambos metales ni ambos esmaltes), regla que sólo tiene una excepción: el escudo pontificio es de plata y oro.
Pego la lista de metales, esmaltes y forros heráldicos:
Metales:
Oro (amarillo)
Plata (blanco)
Colores o esmaltes:
Aurora (anaranjado)
Azur (azul)
Carnación (rosa pálido)
Cenizo (gris)
Gules (rojo encendido)
Leonado (castaño)
Morado
Púrpura, violado o Balaje
Sable (negro)
Sanguíneo (rojo oscuro)
Sinople (verde)
Forros (viene a ser un "estampado" en el que se repite un mismo motivo)
Armiño (una especie de colitas negras rematadas en cruz sobre fondo blanco)
Vero (un teselado de campanas y campanas invertidas, coloreadas unas de esmalte y otras de metal)
Para más información (e imágenes, que valen más que mil palabras), enlazo la wiki:
http://es.wikipedia.org/wiki/Her%C3%A1ldica
Un saludo.
PD: Muy ilustrativa la acepción de las "témporas", que también desconocía.
De 'grana y oro' es como 'rojo y gualda'.
(Los academicos no tienen que pasarse en regularizarle a la gente las expresiones. La lengua ama el derroche; quien quiera hablar como un autómata o un periódico, allá él)
El santo que más se parece a 'sansirolé' es San Serenín, San Cernin o St. Sernin de Toulouse, San Saturnino
D. Amando, sobre el uso de la palabra "gualda" para designar el color amarillo en nuestra enseña nacional, me parece que tanto Cela como Vd. están acertados. Tengo en cuenta que Vd. nos habla de "resonancias heráldicas", consonante con el origen germánico de la palabra, y no de que en heráldica se designe al color amarillo por gualda, como nos aclara Punt.
El DRAE recoge la entrada "sansirolé" = bobalicón. Aunque la trata de origen oscuro, la asemeja a "sancirole", que deriva de San Ciruelo. Eso me recuerda cierto dicho, atribuido en la fábula a un rústico que, contemplando una presunta taumatúrgica imagen de madera, venerada en su pueblo, se decía: "ciruelo te conocí - los milagros que tu hagas - que me los cuelguen aquí".
Por otra parte, a mí me parece que el uso común de expresiones como las de "el culo con las témporas" y la "velocidad con el tocino" su justifica por lo absurdo -y por ello, jocoso- de la relación entre los dos conceptos asociados. A alguien se le ocurriría, mejor si fue un personaje de relevancia en el campo de las letras, y han tenido fortuna. Por ello, no es necesario que esas témporas sean los parietales, más divertido resulta -por ello, más probable- si son los días de ayuno que preceden a cada estación.
Atentamente