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Exceso de grasa para tan poca costura

Artur Mas nos avisa a los catalanes de que quizá nos interese lucir un vestido lo más amplio y cómodo posible, por si se rompen esas costuras. ¿A qué está ingenioso?

Confieso que cada vez abordo estos asuntos con mayor y manifiesta desgana. Empiezo a escribir algo a rastras, qué le voy a hacer. Y a estas alturas ya no les voy a engañar. Y además, no se me da nada bien, suele vérseme el plumero.

A mi no me la pega. Artur Mas está disfrutando con esta tensión emocional, está con esos gusanillos que pululan en la tripa cuando algo o alguien te remueve y te mantiene a tono. Así le tenemos, señores. 
 
Ahora que la imagen idílica de Quebec ha quedado algo más desdibujada, mis paisanos han decidido fijar su mirada en la Escocia del nacionalista Alex Salmond y su propuesta de independencia del Reino Unido, cuyos acuerdos se remontan a más de 300 años asentados en la moneda, la unión fiscal y la lengua. 
 
Suelo comentarlo con Gavin, escocés afincado en Madrid, quien se encarga de mantener mi inglés a raya. Está, por cierto, espeluznado con la idea, así como la mayoría de los habitantes de las Highlands. El 63% según la última encuesta, para ir afinando. Y no conozco a nadie que ame más a su país.
 
Podrán imaginarse por donde transcurren a menudo nuestras conversaciones. Cada semana me plantea un tema diferente al respecto de mi tierra. Pobre, no da abasto.  Una servidora procura tranquilizarle, con lo que le hago saber que a mi misma se me escapan también muchos aspectos. 
 
Esta semana el Molt Honorable nos ha vuelto a suministrar la dosis pertinente de ese tira y afloja en el que tan a gustito se siente. Ahora nos anuncia "actos de autoafirmación" que -prosigue- "pueden forzar las costuras de las interpretaciones restrictivas de la Constitución y del Estatut". 
 
Como últimamente gusta de aires metafóricos, nos avisa a los catalanes de que quizá nos interese lucir un vestido lo más amplio y cómodo posible, por si se rompen esas costuras. ¿A que está ingenioso? Lo que sí es de agradecer que el tono amenazador sea algo más suave que el de su colega de filas Oriol Pujol, quien nos regala últimamente verdaderas perlas momentos antes de ajustarse los jeans y marcar bíceps. 
 
Ya ven en lo que ha ido derivando ese nacionalismo decimonónico de aromas románticos y aventureros. 
 
En mi tierra ya hace mucho que no se habla de lealtad, de solidaridad, de proyectos compartidos, de enriquecimiento mutuo con el resto de España. Ahora tiene todo un sabor más agrio. Claustrofóbicamente victimista. Más, si cabe: endogámico.
 
Pero si seguimos con metáforas, debería saber mi querido President que los vestidos amplios tienden a potenciar la dejadez, puesto que los molestos michelines encuentran fácil acomodo debajo de ellos. Y mucho me temo que el exceso de grasa se ha ido almacenando en lugares de muy complicada extracción, salvo mediante intervención quirúrgica. Ni largos paseos ni litros de agua. Celulitis incrustada a tope, oigan. 
 
Ahora estamos en la linea de asomar la cabeza cuatribarrada por senderos internacionales. Presumo que será ésta una legislatura de espíritu muy Braveheart.
 
Y a mi, discúlpenme, pero la pereza me invade total e irremediablemente. Así que aquí les dejo, que hoy tengo cita con Gavin y a ver cómo le explico en qué consiste esto de las costuras. Voy a por un sewing basket. Aunque ni con esas.

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