A pesar de que las voces más autorizadas de la política, la economía y las instituciones europeas pronostican un desastre sin precedentes en el caso de que la independencia de Cataluña se llevara a efecto, Artur Mas insiste en su delirio programático como argumento estelar incluso en los debates televisados, con la intención de obligar a sus principales rivales políticos a pronunciarse al respecto.
El último documento sobre las consecuencias que la secesión tendría para Cataluña ha sido dado a conocer por el Instituto de Estudios Económicos bajo el título "La cuestión catalana, hoy". Se trata de un importante trabajo multidisciplinar sobre los efectos devastadores que tendría para los ciudadanos catalanes la independencia del Principado, aspecto éste que el nacionalismo ha decidido eliminar de su estrategia independentista en la presente campaña electoral.
Descartada la posibilidad de permanecer en la UE tras una hipotética independencia, tal y como han confirmado los líderes europeos, Cataluña se enfrentaría según este informe a "un amplio periodo de hibernación" como "Estado aislado". El estudio prosigue: "Hasta restañar las heridas producidas, no es descabellado pensar que Cataluña tendría que esperar no menos de 30 años para ser parte de la UE y otros cuantos más para entrar en la Eurozona".
Las consecuencias de la salida de las instituciones europeas, según detalla el muy documentado informe del IEE, serían la probable creación de una moneda propia, con el consiguiente corralito y la inmediata devaluación de la misma; la fuga de multinacionales, que se llevarían consigo numerosos puestos de trabajo; una intensa caída del PIB y el crecimiento exponencial del endeudamiento público, además de "otros costes económicos difícilmente evaluables debidos a la incertidumbre política, las tensiones sociales de todo tipo y la consiguiente desconfianza en los mercados internacionales".
El nacionalismo catalán ha mentido siempre a sus votantes sobre la Cataluña que resultaría de un proceso independentista. Lejos de convertirse en un envidiado paraíso moderno, con elevada renta per cápita y servicios públicos de primerísimo nivel, la Cataluña soñada por Mas sería una región empobrecida que, en muy pocos años, retrocedería varias décadas en todos los indicadores de desarrollo.