Menú
Leandro Fleischer

Carta de amor a mi amada presidenta Cristina

Oh, Cristina, mi dulce y exitosa abogada, mi amor crece por ti como la inflación, como el precio del dólar paralelo y como tu patrimonio.

Oh, Cristina, mi dulce y exitosa abogada, mi amor crece por ti como la inflación, como el precio del dólar paralelo y como tu patrimonio.

Después de tanto criticarte, me he dado cuenta de algo: el intelectual José Pablo Feinmann estuvo en lo correcto cuando dijo que los hombres argentinos... no es que no estemos de acuerdo contigo, sino que estamos enamorados de ti, debido a que eres una mujer hermosa y brillante; inalcanzable para seres tan corrientes y mediocres como yo.

El señor Feinmann parece haber leído mi inconsciente a la perfección. Desde aquel día del pasado noviembre, cuando tu amigo expresó estas sabias palabras, y tras un largo periodo de meditación, me he dado cuenta de que yo proyectaba mi amor en fuertes críticas hacia ti solo por despecho, pues, como bien dijo José, eres tan inalcanzable para mí como Scarlett Johansson, Natalie Portman y otras tantas mujeres bellas. Por esta razón, he decidido dejar todo eso a un lado y expresarte todo mi amor con esta simple carta.

Oh, Cristina, mi dulce y exitosa abogada, mi amor crece por ti como la inflación, como el precio del dólar paralelo y como tu patrimonio.

Oh, Cristina, mi arquitecta egipcia, eres tan bella que pareces obra tuya.

Olvida lo que dicen de ti, solo lo hacen porque eres una piedra preciosa, un diamante inalcanzable para ellos, como el anillo de tu juez amigo Oyarbide. Que Dios le siga dando causas para que seas libre como un pájaro, como una mariposa o como tu vice Boudou.

Oh, Cristina, deseo que nos desconectemos de todo y pasemos unas veladas románticas en tu lujoso hotel del sur. Ese es mi mayor deseo, y es tan fuerte que nadie podrá retenerlo, como si fueran importaciones, ni ponerle un cepo, como a la compra de moneda extranjera.

Oh, Cristina, mi amada reina de las expropiaciones, puedes expropiarme a mí también, soy todo tuyo. Ven con tu secretario de Comercio Moreno y con tu recaudador de impuestos Echegaray, que me expropien, que me expriman hasta el último centavo. Yo no valgo nada como individuo sin tu amor.

Podrán embargar la fragata Libertad, pero nunca embargarán mi amor por ti. Podrán hundir el buque Santísima Trinidad, pero nunca podrán hundir lo que yo siento por ti, que siempre estará allí y nunca fallará, como los trenes de nuestras queridas tierras.

Oh, Cristina, tu hermosura y tu ternura han logrado que me enamore de ti; pero eres demasiado para mí y me siento inseguro, como caminando de noche por Buenos Aires.

Oh, Cristina, qué ser tan solidario eres. Pero yo no necesito tu Plan Trabajar, amada mía; me conformo con un Plan Enamorar. O déjame ser uno de tus aplaudidores, esos que tienen el placer de verte y escucharte a cambio de unos billetes. Yo solo quiero tu amor. Aplaudiré con más vigor que ellos cualquier oración que salga de tu boca, y reiré con más fuerza cuando humilles a cualquier opositor.

Oh, Cristina, te demostraré mi amor por Cadena Nacional, esa que a ti tanto te gusta usar; o esperaré a que se apruebe la Ley de Medios para gritarle al mundo por cualquier canal de radio o televisión. Oh, sí, todos lo sabrán.

Oh, Cristina, por ti me transformaré en un ser salvaje, como tu compinche D'Elía, y seré capaz de golpear a quien se interponga en tu camino o en nuestro amor. Seré tan violento como Hebe y amenazaré a todo juez que no cumpla con tu mandato cuasi divino. Porque todos debemos temerle a Dios, pero a ti también, que eres una maravilla enviada por el Señor.

Oh, Cristina, pídeme lo que quieras y lo haré por ti. Si quieres puedo recibir valijas venezolanas en el aeropuerto, esconder bolsas con dinero en mi baño, encontrarle un trabajo a tu hijo Máximo para que pueda mantener su humilde hogar de 2 millones y medio de dólares o acompañarla a tu hija a Nueva York.

Oh, Cristina, tanto amor me lleva a celarte, no puedo evitarlo. Tu vice Amado Boudou es todo un galán, un músico que posee un lujoso departamento en el exclusivo barrio de Puerto Madero. ¿Cómo puedo competir con eso? Y tú lo proteges de todas las causas en su contra.

Dime qué puedo hacer para que no me rechaces. ¿Unirme a La Cámpora? Juro que cantaré y bailaré por ti en cada acto, y ocuparé un lugar en alguna empresa expropiada. ¿Tengo que amenazar con fundir alguna empresa, como tu viceministro Kicillof? Fundiré cualquier compañía que digas, amada mía.

Oh, Cristina, no sabes cuánto deseo tenerte a mi lado. No me avergüenzo en lo más mínimo. Por ello publico esta carta, y no necesito que el INDEC esconda ningún detalle de mi amor por ti.

Diga lo que diga la Constitución, serás re-reelegida en mi corazón.

Temas

En Internacional

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Libro
    • Curso