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Thatcher y el continuador de ZP

A diferencia de Thatcher, Rajoy ha utilizado la crítica situación heredada como excusa para hacer abdicación de sus principios.

Rajoy y, especialmente, Esperanza Aguirre han destacado dos rasgos ciertamente característicos de la gran Margaret Thatcher: su coraje político y su fidelidad a sus principios. Imbuida desde joven de los principios liberales, Thatcher revolucionó el partido conservador, no solo enfrentándose en su seno a quienes se habían mostrado partidarios de la ampliación del control y de la planificación estatal en sectores amplios de la producción y los servicios, sino despertando de su letargo a esos conservadores que, según ella misma decía, estaban simplemente "cerrados a la teoría de cualquier tipo".

Así, con unas convicciones claras en defensa de la propiedad privada, de la libre empresa y de un Gobierno austero y limitado bajo el imperio de la ley, y con la valentia necesaria para enfrentarse a los reacios al cambio, Thatcher no sólo supo sacar a Gran Bretaña del deterioro económico y de la decadencia política, sino que influyó decisivamente en el hecho de que sus oponentes políticos también tuviesen que liberalizar su propio discurso y abandonaran, a través del llamado New Laborism, los rasgos más intervencionistas y estatalistas en el que habían militado.

En este sentido, considero que el gran triunfo de la dirigente británica no fue ganar tres elecciones consecutivas, sino lograr que el líder del partido laborista, Tony Blair, cuando consiguió ganarlas, dijese: "No vengo a deshacer la obra de Thatcher sino a ser en buena medida su continuador".

A pesar de que la considero uno de los dirigentes políticos más admirables del siglo XX, no pretendo centrarme en la gran figura de Thatcher. Tan sólo quiero destacar cómo la crítica situación en la que Zapatero dejó a España ha sido utilizada por Rajoy no para llevar a la práctica principios alternativos con mayor celeridad y firmeza, sino como excusa para abdicar de ellos. Claro que Thatcher se jactaba de leer a Hayek, mientras que Rajoy parece que se limita al Marca.

Sea como fuere, lejos de liderar reconversión alguna, Rajoy se ha convertido en el gran apuntalador de un sector público absolutamente sobredimensionado. Lejos de enfrentarse con convicción y coraje a los nacionalistas, Rajoy ha permitido que estas fuerzas disgregadoras prosigan su camino, aun más envalentonadas. Rajoy apenas ha derogado medida alguna de las muchas que no quiso respaldar en tiempos de Zapatero, ya sea en el ámbito político, en el social, en el judicial o en el económico.

En definitiva, que si me acuerdo de Thatcher es sólo para lamentar cómo, por falta de determinación y de principios, Rajoy se ha convertido, en buena medida, y aunque no se jacte de ello, en el gran continuador de Zapatero.

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