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Juan Carlos Girauta

La traición multilateral

Haced memoria, que aquí nadie se libra: vecinos de escaño, compañeros de redacción. Seríais traidores multilaterales.

Haced memoria, que aquí nadie se libra: vecinos de escaño, compañeros de redacción. Seríais traidores multilaterales.

Los terroristas, terroristas son. A nadie ha de extrañar que lancen el constructo "daño multilateral": otro atentado, bien que semántico. Podían haber dicho "daño bilateral", significando que, frente al padecimiento del muerto, estaba, especular, el del verdugo, que a lo mejor se había pillado el dedo índice con el gatillo. No bromeo, apaciguadores. Para bromear deberían darse dos requisitos: a) que no hubiera muertos; b) que el sufrimiento etarra invocado por los presos en confuso montón con el de sus víctimas no se refiriera al encarcelamiento.

Porque si se refiere a la cárcel, si ese nuevo comunicado –esa equívoca mueca de insinuación de la sombra de la promesa de la brisa de un anteproyecto de maqueta de arrepentimiento– está mezclando en un solo batido el dolor de Miguel Ángel Blanco y su familia, el de Jesús Ulayar y su familia, con el pesar de sus respectivos asesinos por tener que pagar una pena, ello os convertiría en algo más que atontados apaciguadores. Al fin y al cabo nadie es responsable de sus limitaciones intelectuales. Os convertiría en miserables traidores.

Vuestra traición –una hipótesis de trabajo, como veis– sería, esta vez sí, multilateral. Traicionaríais a la opinión pública, apaciguadores, vendiendo como una asunción del daño causado y como un sometimiento a la ley lo que no son sino desesperos y premura, puramente humanos, por salir de la trena, pero sin un ápice del no menos humano arrepentimiento. Traicionaríais a la ley favoreciendo un punto final, un olvidémonos ya, una amnesia selectiva para este concreto tipo de crímenes, avalando a la postre la justificación política de la sangre vertida, contra cuya imposición siguió vertiéndose sangre. Traicionaríais, sobre todo, a las víctimas; no ya con el olvido, cuyo frío se les ha metido en el cuerpo hace tiempo, sino con el insulto final: avalar una estrategia de impunidad que apiña el sufrimiento de los inocentes contra el de los asesinos. No se puede ser más abyecto. Traicionaríais a vuestros propios caídos; haced memoria, que aquí nadie se libra: vecinos de escaño, compañeros de redacción. Seríais traidores multilaterales.

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