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Francisco Pérez Abellán

Tamames no dice la verdad

Prim nunca fue curado porque se trataba de matarle, y eso lo deja bien claro el testimonio de su momia.

Ramón Tamames (1933) es un intelectual y demócrata que respeto. Se lo ha ganado con sus innumerables carreras delante de los grises en la lucha contra la dictadura. Economista y escritor, mejor lo primero que lo segundo, es un hombre con una brillante trayectoria al que no se por qué, ya octogenario, le ha dado por hablar de lo que no sabe. En el caso de Tamames el problema son las malas compañías.

En México ha dado una conferencia llena de inexactitudes y falsedades sobre un tema que desconoce: Prim y su muerte. Resultado de la cual el viejo profesor ha sido retratado en el digital mexicano Crónica como historiador, lo que es falso. También hablan de él como investigador de la historia, lo que también es falso. Es una pena porque los mexicanos, que son grandes admiradores del general español, que impidió que impusieran la monarquía en su país a la fuerza, no se merecen estas mentiras.

Si hacemos caso de la reseña del diario en la red, se atreve a tildar a Prim de esclavista, lo que nunca le ha llamado ninguno de sus prestigiosos biógrafos, y dice que fue su encuentro con Abraham Lincoln lo que le transformó en un modernizador de la política. No sé cómo sabe tanto de la entrevista Prim-Lincoln cuando es algo que no está acreditado.

Luego se refiere a la muerte y para hacerlo se declara miembro de la Sociedad Bicentenario de Prim de la que he dicho mil veces que está llena de ignorantes, bajo la hegemonía del falso catedrático Emilio de Diego García, lo que está demostrado más allá de toda duda. Tamames da por bueno el informe de la Escuela de Medicina Legal de la Complutense, seguramente porque no lo ha leído, aunque oculta que fue la sociedad Bicentenario quien lo encargó y que se trata de un peritaje vergonzante de una Escuela desprestigiada por anteriores tropezones, hoy denunciada en los juzgados de Madrid.

La Universidad Complutense es esa de la fosa común en la Facultad de Medicina que dirige el hijo de Santiago Carrillo, José Carrillo, al que Líster odiaba y hacía responsable de haber destruido el Partido Comunista de España, al que Tamames perteneció (Enrique Líster, Planeta, 1983), por no hablar de Paracuellos del Jarama. Y si Santiago destruyó el PCE, José lleva camino de reducir a cenizas la Universidad Complutense.

Mientras, Tamames, que hace tiempo que abandonó al proletariado a su suerte, en uno de sus articulitos en el digital República, exalta hasta el sonrojo al rico Pau Roca, que logró los patrocinios que le han facilitado el viaje a México, comparándolo con Fortuny, Gaudí y Prim.

El rector Carrillo, que ha tenido que cesar a un catedrático de la Facultad de Medicina por el escándalo de los muertos, no ha movido un músculo para enderezar el bochorno del falso peritaje de la momia de Prim que se presentó en el mismo edificio o casa de los horrores, después de que los más castizos hayan empezado a usar la frase "Eres más guarro que Anatomía II" que tenía el suelo lleno de grasilla de cadaverina. Ahora ya es la propia Guardia Civil la que acusa a la Complutense de falsedad documental y no solo la doctora Robledo.

Tamames ha entrado en contacto con la escritora María José Rubio, que escribe dándole patadas al diccionario y diciendo en Twitter que "ojalá no me se pegue lo de España", el catedrático ful Emilio de Diego, el hijo de Martín de Riquer, Borja de Riquer, que confunde la biografía de Espartero con la de Prim, y Luis Alejandre que dijo en su última ponencia en Madrid, como miembro de la funesta Sociedad Bicentenario, que Prim había bombardeado Barcelona en 1843, cuando precisamente estaba en Gerona. Mala cosa que seguro la aprendió de Pau Roca, que encima es de Reus, cuando metió la pata el día que pusieron -mal- la placa en la antigua calle del Turco.

Tamames dice que Prim murió a consecuencia de un atentado, lo cual es cierto, pero no como afirma debido a la infección de sus heridas, puesto que en la única autopsia que se le ha hecho se descubrió que lo hizo sangrando, y por tanto nunca se infectaron, patraña que se inventó durante el franquismo donde ha ido a beber, en edad provecta, el otrora comunista Tamames. El general falleció porque después de ser gravemente herido seguía en manos de los asesinos.

Prim nunca fue curado porque se trataba de matarle, y eso lo deja bien claro el testimonio de su momia. Las marcas de su cuello no son reacción a ningún ropaje, como dice el economista metido a forense, sino las secuelas de una estrangulación a lazo, demostrado no solo por la prestigiosa antropóloga a la que persiguen los frívolos forenses de la Complu, sino por el mejor profesor de Investigación Criminal (véase mi libro Matar a Prim, Planeta, 2014).

El general Prim quedó bajo el mando de sus peores enemigos en su propia casa, y en especial, del sí esclavista, general Francisco Serrano y Domínguez, capitán general de Cuba, al que el Madrid de la ignorancia todavía dedica la calle Serrano, regente de España cuando el asesinato de Prim y responsable de su vida cuando fue estrangulado.

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