Menú
Cristina Losada

¿Podemos prohibir la Semana Santa?

Ay, los amateurs. Acabarán pidiendo que se vote si se acepta o no la Ley de la Gravedad.

El asunto ya está archivado como una metedura de pata más, de las incontables que cometen los políticos y los que intentan serlo. ¿A quién se le ocurre insinuar, sugerir, casi proponer que se pueda prohibir la Semana Santa, y más cuando quien lo hace pretende hacer carrera política en Sevilla? Tal fue el caso de Begoña Gutiérrez, secretaria general de Podemos en la capital andaluza, y todo el mundo concordó en que lo suyo había sido un patinazo, un desliz y un extravío, empezando por los de su propio partido, que corrieron a enmendar el error. Hubo alguien del círculo dirigente, que es el único círculo verdadero, que aseguró que la Semana Santa era buena cosa porque permitía que la gente se relacionara "en red". Algo había que inventar.

Pero ¿qué error? Todo cuanto dijo Gutiérrez en la entrevista que le hicieron en El Mundo estaba en la ortodoxia. Ahí, por ejemplo, su rechazo a definirse ideológicamente, prefiriendo en cambio definirse como "una ciudadana normal". Entonces, ¿no son normales los ciudadanos de derechas o de izquierdas? Interesante que por huir de una tradición política se acabe desembarcando en otra: la de los que no están "ni con unos ni con otros", el engañoso apoliticismo que tiene especial raigambre en países de pasado autoritario. En España, por cierto, solían ser las personas de derechas las que decían que no eran de nada. Ahora son personas de izquierdas las que dicen que no son ni chicha ni limoná, aunque es posible que en Gutiérrez eso sea pavorosamente cierto.

Plenamente ortodoxa fue también cuando respondió que lo de la Semana Santa se puede votar. ¿Acaso no es santo y seña de su partido que nada de lo que tenemos es válido ni posee legitimidad y que es preciso hacer tabla rasa y empezar desde cero? ¿Por qué habría de limitarse ese borrón y cuenta nueva al sistema político, la Constitución, la economía y no va a extenderse a las costumbres y festejos del lugar? Gutiérrez interpretó que puede, que la ciudadanía puede y debe pronunciarse en votaciones sobre cada uno de los aspectos de la vida social y hasta de la vida a secas. No veo razón para reprocharle a ella en particular el adanismo de su partido, esa fatal arrogancia del que no cree en límite alguno a la acción de un gobierno una vez, claro, que lo tiene bajo su control.

Tan en la ortodoxia de Podemos estuvo Gutiérrez sobre el asunto de la Semana Santa que no dijo qué pensaba ella respecto de prohibirla o no. La gente decidirá, eso es todo. Exactamente la posición que el partido mantiene en el problema catalán: lo que digan los catalanes. ¿Pero ustedes qué dicen? Ah, no conviene decirlo. Este fue el único aspecto en el que la pobre Gutiérrez se desvió de la línea del partido: no darse cuenta de que hay cosas que no deben decirse. No ahora. Ay, los amateurs. Acabarán pidiendo que se vote si se acepta o no la Ley de la Gravedad.

Temas

En España

    0
    comentarios