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Max Boot

El 'modelo yemení' salta por los aires

Incluso el presidente francés, François Hollande, ha arremetido contra Obama por crear un vacío de poder en Oriente Medio.

Incluso el presidente francés, François Hollande, ha arremetido contra Obama por crear un vacío de poder en Oriente Medio.

Yemen ha sido mencionado en varias ocasiones durante los últimos años por la Administración Obama como modelo de lo que ésta pretende lograr en Oriente Medio. En 2011, tras un levantamiento en el país en el marco de la Primavera Árabe, la Administración estadounidense colaboró en el diseño de un traspaso pacifico de poder entre Ali Abdalá Saleh, presidente desde hacía muchos años, y el vicepresidente Abd Rabuh Mansur Hadi, firme aliado de Estados Unidos. Todo el proceso fue alabado como modelo de democracia en ascenso. Más recientemente, en septiembre de 2014, Obama ensalzó al Yemen (junto con Somalia) como modelo de la clase de intervención de bajo impacto que defiende para combatir el terrorismo: enviar asesores y drones estadounidenses, pero no tropas de combate.

Los últimos días han demostrado drásticamente la falsedad de estas afirmaciones; sin duda por eso no hubo mención alguna al Yemen en el debate sobre el estado de la Unión. La milicia huzi, un grupo chií armado y apoyado por Irán, ha invadido la capital, Sana, y tomado el palacio presidencial. Accedió a liberar al presidente Hadi sólo después de que éste accediera a compartir el poder con ella. Eso no ha sentado bien a las tribus suníes que amenazan con declarar la guerra a los huzis, lo que, indudablemente, los aliará con Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA), el grupo terrorista que ha reivindicado la masacre del Charlie Hebdo en París.

Entretanto, Arabia Saudí, el mayor patrocinador del Gobierno de Hadi y principal enemigo de Irán y de sus peones, ha prometido cortar toda ayuda al Yemen mientras los huzis tengan el control. En resumen, el país está a punto de caer en un abismo como los de Libia o Siria, lo que, sin duda, lo convertiría en un fiel ejemplo de la política exterior de Obama en Oriente Medio… aunque no de la forma que pretendía el presidente.

En las últimas semanas la Administración ha suavizado su discurso anti-huzi. Son muchos quienes, dentro y fuera de ella, sienten la tentación de considerar a este grupo chií como un aliado, ya que combate a Al Qaeda en la Península Arábiga. Es un grave error; los huzis, al igual que Hezbolá, son una milicia patrocinada por Irán cuyo lema es "Dios es grande; muerte a América; muerte a Israel". Difícilmente son aliados potenciales de Washington. Cualquier intento de alinear la política estadounidense con ellos no hará sino empujar más a los suníes a los brazos de Al Qaeda: justo el mismo fenómeno del que hemos sido testigo recientemente en Siria e Irak, donde la impresión de que los norteamericanos se inclinaban de parte de Irán y de sus peones asesinos ha llevado a muchos suníes a buscar protección poniéndose de parte del Estado Islámico y del Frente Al Nusra, la filial oficial de Al Qaeda en Siria.

No hay ninguna solución fácil ni evidente para el Yemen, aparte de la necesidad de seguir apoyando a relativos moderados, como Hadi, y de presionar para que se adopten soluciones políticas que puedan funcionar, en vez de contentarse con matar a unos cuantos terroristas mediante ataques aéreos, que parece ser la solución preferida por la Administración Obama para todo Oriente Medio. La política gubernamental puede describirse como un letargo y desapego generalizados, interrumpidos por periódicos estallidos de violencia cuidadosamente dirigida. Es una política que no puede funcionar, y no lo ha hecho. La Administración no ha creado el caos que domina Oriente Medio –un caos que es caldo de cultivo de extremismos–, pero, desde luego, tampoco ha hecho mucho por ponerle fin.

Incluso el presidente francés, François Hollande, ha arremetido contra Obama por crear un vacío de poder en Oriente Medio. Que hasta un socialista francés le ataque por no ser lo bastante intervencionista debería decirle algo al presidente estadounidense. Pero, a juzgar por el debate del estado de la Unión, de momento se siente demasiado gallito, gracias a las buenas noticias económicas, como para tomar tener en cuenta y abordar el catastrófico fracaso de su política exterior, en el Yemen y fuera de él.

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