En la degradación del periodismo, se ha prescindido casi totalmente del viejo redactor de tribunales. Tal vez por eso hemos recibido una información deficiente del juicio por el caso Asunta. Pero también ha habido una especie de campaña para sembrar la duda entre el público, especialmente en radios y periódicos. Dada la fauna friki que habla de todo lo que no sabe, se ha establecido de continuo la falsedad de que no había pruebas para culpar a los padres de haber drogado y asfixiado a la niña. Eso a pesar de que el auto de procesamiento del juez Taín expone con claridad, y desde el principio, que se trataba de un plan conjunto, imposible de cumplir sin la intervención de ambos, y ordena el ingreso en prisión, que, a pesar de las reiteradas peticiones de excarcelación por parte de las defensas, la Audiencia Provincial ha mantenido. Es decir, que varios jueces, y no solo el instructor, consideran que hay principios jurídicos para mantenerlos en la cárcel. Pero,¿qué importa eso? El deterioro de la información es muy preocupante. Hasta el punto de que en este caso los contaminados no fueron los del jurado sino los reos, que llegaron a creerse que serían excarcelados y al frustrarse sus expectativas quedaron en estado de shock.
Tertulianos de medio pelo, periodistas sin preparación que no se han leído los autos, han mantenido que Basterra se iría de rositas y que tampoco había nada contra Rosario. Por el contrario, la verdad es que la madre estaba en la cárcel por sus contradicciones y las pruebas contundentes de que había mentido, y Basterra por comprar el lorazepam, con el que según el jurado envenenaba a su hija. El jurado, institución que a mí no me gusta en absoluto, según los expertos en este caso ha argumentado o motivado, si se prefiere, de forma impecable, su veredicto: los padres compraron el lorazepam, se lo dieron a la niña y la asfixiaron cuando estaba vencida por el medicamento. Claro como el agua.
Atrás quedan tonterías del tamaño de que el fiscal no estuvo bien o se había puesto muy nervioso, cuando en opinión de los que hemos asistido a los grandes juicios mediáticos de los últimos veinte años había expuesto su acusación con eficacia, consciente además de que hablaba a un jurado. También las dudas sembradas sobre la testigo más firme del proceso, la joven que vio a Basterra fuera de su casa, donde dice éste que se había recluido, con tiempo para trasladarse a Teo a la hora del crimen. O la falsa expectativa creada sobre el nuevo compañero sentimental de Porto, que sería el que iba a aportar todas las pruebas de mayor calado, cuando la propia defensa que le había citado no quiso ni escucharle. Especulación y deformación.
Las cuerdas naranjas, el intento de Porto por hacerlas desaparecer, los pañuelos y las mascarillas, los viajes en coche, la compra masiva de lorazepam, los ensayos de ataque a la pequeña, la constante sorpresa de verla somnolienta por la medicación que no tenía por qué tomar y sobre todo la negación, que todavía continua, de que haya un móvil para el crimen, que por otro lado es evidente.
Un jurista me explica lo que piensa: "Este caso es como el del que compra un perrito y cuando le estorba lo mata". En efecto: el estorbo, estorbar, es el móvil más frecuente. Estorbar no solo es el móvil perfecto sino el más frecuente. Pues los ignorantes, erre que erre: le quitan el pan a los periodistas de verdad y encima inventan, cuando no manipulan. ¡Cómo será la profundidad de la intoxicación que hasta logra que el fiscal ajuste el alegato final! Ahora bien: no pudieron con el jurado de dinamita, que los ha chafado.

