Pronosticar quién va a formar el próximo Gobierno de España es ciertamente complicado. Rajoy renunció por dos veces asumir el encargo de Felipe VI de intentar la investidura. Entonces el rey se lo encargó a Sánchez. Sánchez se puso a negociar a dos bandas, con Podemos y con Ciudadanos. Al final, llegó a un acuerdo con Ciudadanos. Pero la suma de los dos partidos se queda a 45 escaños de la mayoría. Necesitarían que Podemos o el PP se abstuvieran en la investidura, cosa que ya han anunciado que no van a hacer. No obstante, tal vez el debate parlamentario pudiera cambiar algo, aunque no es probable.
Por otro lado, si Sánchez no lo consigue, ¿seguirá como candidato del PSOE en unas próximas elecciones? ¿Y si tienen lugar dichas elecciones, Rajoy seguirá liderando al PP? ¿Intentará Rajoy negociar un acuerdo en caso de que Sánchez fracase? ¿Sánchez lo intentará con Podemos en caso de que, como es previsible, no logre su investidura con el apoyo de Ciudadanos? ¿Y cabría que el PP y el PSOE apoyaran a un tercer candidato, que podría ser Rivera o, acaso, un independiente? Y si hubiera otras elecciones con los mismos candidatos, ¿se moverá lo suficientemente el tablero como para atisbar una salida distinta, o tendremos una aritmética parlamentaria similar y, por tanto, se prolongará quién sabe por cuánto tiempo este gobierno en funciones?
Muchas incógnitas se plantean. Y a todas ellas respondo cumplidamente en el ovillejo que va a continuación:
¿Qué va a pasar? ¿Lo sé yo?
No.
¿Tengo seso o intervengo?
Tengo.
¿Y qué digo al que me lea?
Ni puta idea.
Me piden que yo prevea
quién va a ser el presidente.
Pues lo diré claramente:
no tengo ni puta idea.