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Bulgaria no es el futuro

Lo que el PP celebra estos días no puede ser considerado el congreso de un partido político a menos que la referencia sean los comunistas búlgaros.

Por un lado el encumbramiento –una vez más- de un líder supremo que va a recibir un respaldo abrumadoramente mayoritario, sin la más minima oposición o crítica, a pesar de que su gestión del partido en los últimos años es cuanto menos discutible. Un líder que además presume de hacer y deshacer a su capricho: dejando claro que todo depende de su voluntad arbitraria y reduciendo el papel de los cientos de miles de militantes del PP al de meros refrendadores de sus caprichos.

Y es que ni siquiera tiene Rajoy el detalle de adelantar sus decisiones para que puedan ser objeto de un debate o un análisis: la lista de cargos de la directiva y los nombres de las personas que los ocuparán sólo se sabrá unos minutos antes de la votación, para que quede fuera de toda duda que nadie puede ni tan siquiera opinar, sólo el supremo –que no invicto- caudillo.

Por otro lado, tampoco es el congreso de un partido político éste en el que sólo se debaten detalles estatutarios o muy genéricos o muy superficiales o que sólo tienen una lectura interna, y en el que en cambio no se toma ninguna decisión de verdad sobre el futuro, sobre lo que es y lo que debe ser un PP cuyo perfil ideológico se ha desdibujado prácticamente por completo en los últimos años.

Expulsados en su día los conservadores y los liberales, ¿es el PP un partido socialdemócrata tal y como su gestión en los últimos años parece indicar? ¿Es una fuerza transversal que quiere captar a votantes de cualquier ideología? ¿Tiene un proyecto político más allá de unas vagas generalidades, de ceder ante la izquierda política y mediática en cualquier tema que genere controversia y de gestionar y mantener los cambios sociales que impongan gobiernos de otras fuerzas políticas?

España, Europa e incluso el mundo atraviesan una coyuntura compleja con unos retos formidables. Un partido y unos líderes que se presenten como los adecuados para guiar a una nación a través de esta situación tiene que ofrecer un mensaje claro, una línea ideológica reconocible y un proyecto mucho más allá de pretender ocupar el poder porque otros lo harían peor.

Un congreso a la búlgara no puede y no va a ser el futuro del PP, si es que el PP realmente quiere ser el gran partido de centroderecha que España necesita.

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